¿Cuál crees que es el regalo más importante que puedas hacerte jamás?
¿Te has detenido alguna vez a preguntarte cuál sería el regalo más importante que podrías hacerte jamás a ti mismo?
Cuando las personas piensan de verdad en cosas importantes que podrían o les gustaría adquirir, suelen pensar en dos rangos o categorías:
- Posesiones tangibles.
- Cosas por hacer o realizar.
En el primer grupo entran todo tipo de cosas que uno pueda poseer, tocar o guardar, por poner algunos ejemplos.
La cantidad y magnitud de esta lista es infinita, cubre todo tipo de necesidades humanas y va desde joyas a casas y mansiones, pasando por dinero, vehículos de todo tipo, o un rango inagotable y cada vez mayor de aparatos electrónicos como televisores, smartphones, etc.
Las ansias de poseer cosas, el deseo de acumular objetos forma parte de la naturaleza humana.
Es un deseo relacionado con la escasez: “por si un día lo necesito, por si las cosas van mal…” En lo más profundo está relacionado con el miedo. Miedo a no tener recursos, a pasar necesidad o escasez, a sufrir falta de algo, en definitiva.
En el grupo segundo, que no sustituye para nada al primero, sino que se añade a éste, están aquellas cosas que no se acumulan o poseen, sino que se consumen o se realizan en el tiempo.
Hablamos de cosas como viajes a conocer a otras culturas, a países más o menos exóticos, cruceros de placer, o dar la vuelta al mundo, por citar algunos ejemplos.
En este grupo también se encuentran cosas como los estudios y aquellas cosas que tal vez soñamos de jóvenes pero que, por la razón que sea, nunca llegamos a realizar y, por tanto, siguen pendientes en nuestra lista de deseos.
También están aquí los idiomas que nos gustaría hablar, aquella aventura con la que seguimos soñando, o ese restaurante tan exclusivo del que tanto hemos oído y leído pero que quizás esté fuera de nuestro alcance.
Este tipo de deseos está relacionado con la iniciativa personal de cada uno para tomar acción (o con la ausencia de ella) Y la iniciativa está relacionada con la actitud que es la forma en que cada persona reacciona a las circunstancias.
Existen dos actitudes básicas cuando los humanos nos enfrentamos a un reto: la de ir hacia delante y la de echarse atrás (esperar “al momento adecuado” si eso te molesta)
Hay tantas cosas que deseamos tener y hacer, que preferimos no pensar demasiado en ellas para evitar la frustración.
La frustración es ese dolor íntimo que experimentamos cuando observamos la diferencia existente entre nuestros deseos, sueños o expectativas y nuestra realidad cotidiana.
Sin embargo, apenas un puñado de personas se ocupa del tercero de los grupos, que es sin duda el más importante y que, paradójicamente facilita el acceso pleno a los dos primeros. Me refiero al deseo de “ser” algo o de ser alguien.
Estoy hablando del grupo de crecimiento y desarrollo personal y profesional. Desarrollarse a uno mismo, crecer tanto en el ámbito personal como en el profesional. Eso que ahora algunos denominan, una versión mejor de ti mismo, tu yo futuro, o tu mejor yo.
Pero claro, eso no forma parte de las ofertas del Black Friday, del Cyber Monday ni de las rebajas; tampoco existe aparato alguno que lo haga por ti mientras observas desde el sofá.
Los humanos nos afanamos en llenar nuestros miedos y vacíos “acumulando cosas en nuestros armarios”, satisfaciendo deseos compulsivos en la creencia inútil de que eso resolverá nuestras necesidades más profundas, apagará nuestros miedos, y nos aportará disfrute, placer y plenitud.
Pero ya se sabe cuán efímero es el placer, lo poco que dura.
Como decía el poeta, cómo después de consumido “da dolor”.
Tenemos la costumbre de desear el premio sin pagar su precio, de llegar al final, a la meta sin recorrer el camino, sin esfuerzo ni dolor. Buscamos atajos, queremos (o necesitamos) que todo sea fácil e inmediato.
Y claro, lo que cuesta poco o nada, vale poco o nada. Se consigue rápido, se consume rápido, y se diluye rápido. Y volvemos a estar como al principio.
Con frecuencia hablo en mis posts sobre: TENER, HACER Y SER.
Y sobre que existe en la mente de las personas la creencia compartida de que cuando uno “tiene” (dinero, poder, influencia…) entonces uno “hace” (cosas grandes o especiales) y en consecuencia uno “es” (rico, importante, famoso…)
Pero hace muchos años que se sabe que esa regla de tres no funciona. Ni tampoco ese afán de hacernos ricos “de un plumazo” con un golpe de fortuna, que nos toque la lotería como solución a todos nuestros problemas y deseos. No, no funciona.
Y es que comenzamos la fórmula, el camino, justo al revés:
Antes de tener (lo que deseas), tienes que hacer (lo necesario), pero antes de hacer lo que tienes que hacer, tienes que llegar a ser. Tienes que llegar a ser esa persona capaz de hacer lo que hay que hacer para tener lo que deseas tener.
Pero no busques este camino en Amazon, como mucho encontrarás libros.
Sí, existen toda clase de libros de desarrollo y crecimiento personal. Pero es bien conocido que tampoco funcionan. O, mejor dicho, muy pocos están preparados para llevar a cabo ese desarrollo, generalmente teórico. Ya te lo he dicho, antes de hacer tienes que llegar a ser y si no eres, no puedes hacer lo necesario.
Pero eso no quiere decir que no exista un camino. Existe, pero no es ni fácil ni sencillo ni rápido. Es el camino del desarrollo y del crecimiento personal.
¿Quieres saber cuál es? Entonces sigue leyendo.
Las premisas:
La mayoría de las personas no tiene tiempo. Hay que trabajar muchas horas para pagar las facturas, las cuotas, los colegios y toda esa lista de necesidades que nos hemos creado. No hay tiempo.
La ausencia de tiempo viene determinada por la ausencia de dinero. Sí, es una paradoja, el tiempo no suele conseguir el dinero (ya sabes, nadie se hace rico trabajando) Pero el dinero, de alguna forma sí puede comprar el tiempo. No directamente, por supuesto, pero puedes hacer que otros hagan para ti cosas como trabajar en tu negocio, buscarte clientes o limpiar tu casa.
Sin tiempo ni dinero no vives una vida consciente, solo corres y corres para llegar a fin de mes, poco más. Este es el círculo vicioso en el que están atrapadas la mayoría de las personas. Una vez abandonados sueños y deseos de tener y hacer, una vez rendidos a la realidad, no ocupamos en subsistir, en ir tirando. Nos consolamos con frases del tipo “es que yo me conformo con poco” Un autoengaño más.
El camino:
Si nos tomamos en serio eso del desarrollo y crecimiento, si estamos dispuestos a hacer algo más que “desear”, si queremos ser para poder hacer y así poder tener, aquí te muestro los pasos, las etapas por las que hay que pasar. Este es el camino:
El primer paso es el de la productividad. Se entra por aquí.
Dicho de otra forma, aprender a conseguir suficiente dinero como para no tener que pensar en el dinero. Saber que nuestra vida y nuestro negocio están bien atendidos y lo seguirán estando, que habrá suficiente y no habrá contratiempos.
Ser productivo, orientar a tu empresa y a los tuyos hacia la productividad significa aprender a obtener recursos con los que pagar a las personas y realizar las inversiones necesarias para organizarse, para tener tiempo y hacer que tu empresa y tu vida vayan bien.
El segundo paso es el del liderazgo. Se entra por aquí.
Para gestionar bien tu negocio y formar un buen equipo que trabaje motivado y con ilusión, primero tienes que (SER), convertirte en un buen líder y gestor empresarial.
Pero ocurre que antes de poder liderar a otros, tienes que ser capaz de liderarte a ti mismo. De nuevo no se puede comenzar por el final. Si tomas un atajo, si haces trampas, vuelves a la casilla de salida. Vuelta a empezar.
El camino del liderazgo tiene, en síntesis, tres etapas por las que debes pasar para desarrollarte y “ser” un buen líder y gestor de empresa:
- Autoliderazgo (liderarse a sí mismo)
- Liderazgo de equipos (liderar a los demás)
- Liderazgo estratégico (modelar el futuro)
Dicho de otro modo: si eres una persona productiva y organizada tendrás dinero y tiempo, y podrás dedicarte a tu propio crecimiento y desarrollo. Solo entonces podrás desarrollar a otros y llevar tu vida y tu empresa a otro nivel.
Ya sabes, primero SER, ➤ para luego HACER, para después ➤ TENER.
Es el único camino ¿Te apuntas?
El mayor de todos los regalos, la inversión más grande de tu vida no es comprar o hacer cosas, es invertir en ti, en tu crecimiento y desarrollo profesional y personal.
La razón de que sea éste y no otro el mayor de los regalos radica en que las cosas, todas las cosas, acaban por envejecer, estropearse y desaparecer. Lo que tú hagas tus recuerdos y vivencias se irán contigo. Pero lo que tú seas, tu obra, tu familia, tu empresa y tu legado, pervivirán, te trascenderán a ti.
Y debo advertirte que es un camino lento, así que más vale que comiences cuanto antes.
¿Quieres saber cómo dar el primer paso? Solo tienes que hacer clic AQUÍ. Y seguir el camino.
Si crees que ya has recorrido la etapa de la productividad y de la organización y estás preparado para iniciar el camino del liderazgo, solo tienes que hacer clic AQUÍ. Y seguir el camino.
Sí, cualquier camino comienza con un simple paso (en este caso con un clic, con solo mover un dedo). Pero sabes bien que, si no das ese primer paso, si no arrancas, no puede haber un segundo ni un tercero. Sabes que si no avanzas te quedas estancado, en el mismo sitio.
Y sabes bien que tus sueños y deseos están al otro lado del camino.
¿Te vienes?
No olvides nunca que el mayor de todos los regalos eres tú.
Mi propuesta es que te regales a ti mismo.
