La abundancia se genera en la mente, después se materializa en el mundo real.

Algunas personas tienen una mentalidad de abundancia; sin embargo, para la inmensa mayoría de la población mundial, es la escasez la que ocupa el centro de su mente y de sus corazones. Y, por si eso fuera poco, resulta que casi todo el mundo ignora si tiene una clase de mentalidad u otra. No existe consciencia de tal realidad, ni siquiera de su existencia.

La mayoría de personas no ha oído hablar de abundancia, aunque sepan lo que es; ni tampoco tienen la capacidad real de verla, aunque está frente a ellos de forma omnipresente.

Y, a pesar de que todos los días renuevan su deseo de abundancia (suele haber cola en las casas de loterías y apuestas), jamás se plantean cómo funciona este “juego”. Simplemente repiten y repiten una rutina que no funciona, sin detenerse a pensar por qué.

Personas de más de 80 años mantienen (aún) la fe de que, tal vez, un día, se harán ricos, de que la suerte les bendecirá, y de que su vida cambiará. Así son las creencias humanas, imperecederas.

Pero, ¿qué es y cómo funciona eso de la abundancia?

No se puede comprar, fabricar o conseguir aquello que ni tan solo se sabe que existe. Es así de simple. Antes de obtener algo, tienes que verlo con los ojos de tu mente. Solo aquello que puedes imaginar (ver en imágenes), tiene la capacidad de excitar tu deseo, de moverte a la acción posterior y, por tanto, de ser logrado.

La visión mueve la voluntad, ésta mueve el deseo, y el deseo nos hace pasar a la acción, necesaria e imprescindible para lograr cualquier cosa.

Sin embargo, mucha gente se confunde (o se deja confundir), creen que con “ver y desear” es suficiente, que “el universo proveerá”. ¿Has oído hablar de los tontos motivados? Pero el universo no está esperando tus deseos para mover los planetas y satisfacer tus caprichos, tiene mejores cosas que hacer. Esa es tu responsabilidad. Ya sabes: “A Dios rogando, pero con el mazo dando”.

Y, si eres observador, sabrás que verbos como “ver, desear, imaginar, pedir, o soñar” son verbos pasivos, no requieren que muevas el culo de la silla, pero tampoco logran nada. Mientras que verbos como “actuar, ir, llamar, hacer, o lograr” son verbos de acción. Los unos van antes que los otros, pero ambos son necesarios. Dicho de otra forma, imaginar y desear, es necesario, pero no es suficiente.

La visión activa el deseo, y el deseo genera la acción, así es como funcionan los logros. Así es cómo los deseos intangibles se convierten en realidades tangibles, en cosas.

Y aunque parezca contradictorio, la abundancia no es lo excepcional, sino lo normal y habitual, aunque no sepamos ver lo evidente.

Observa y reflexiona: ¿cuántas ramas tiene un solo árbol? ¿y cuantas hojas? ¿y un bosque? ¿y una selva? ¿Cuántos frutos da un frutal? Observa las estanterías llenas de fruta en miles de comercios de miles de ciudades de todo el planeta y que alimentan a la humanidad. ¿Puedes ver eso?

Mira a tu alrededor: ¿Qué ves? Tal vez centenares de coches, motos, bicicletas, personas viviendas y comercios. Todo eso está al alcance de tu vista. Pero, ¿cuánto alcanza tu visión?

O quizás estés en la naturaleza: ¿Puedes imaginar cuantos brotes de hierba o cuántas flores silvestres hay en un pequeño pedazo de tierra? Resulta imposible calcular de un vistazo las estrellas, o contar los granos de arena de la playa, o calcular cuánta agua y cuántos peces tiene el mar.

La tierra, el aire y el mar, generan recursos más que suficientes para alimentar a toda la humanidad. Pero, para quienes no pueden ver eso, su miedo les lleva a acumulan recursos, a detener el flujo y a generar precariedad.

La mentalidad de escasez, genera más escasez, aunque se persiga lo contrario. La mentalidad de abundancia genera más abundancia, aunque parezca contradictorio. Igual que el amor genera más amor y las sonrisas generan más sonrisas.

Imagina que en tu empresa -quizás porque prevés escasez- decides ahorrar en luz, no pintar las paredes, recortar personal, en limpieza, en calefacción y aire acondicionado, “estirar” las máquinas, vehículos y ordenadores, “mientras aguanten” ¿Qué crees que conseguirás? Sin duda un lugar lúgubre y “cutre”, un sitio donde nadie se siente cómodo ni quiere trabajar. Y eso afectará sin duda al clima laboral, a la motivación, a la productividad y a los resultados.

Ahora imagina todo lo contrario, invertir y cuidarte tú y tu empresa. ¿Qué consigues? Pues eso, justo lo contrario del caso anterior. No hay que ser muy listo para entender eso, pero el miedo también mueve a la acción o, mejor dicho, a la no acción.

Es el mismo caso que cuando entras en un bar oscuro, viejo y descuidado, donde las vitrinas y expositores están vacíos “por si sobra comida y hay que tirarla” O si entras en otro luminoso, limpio y moderno, con las vitrinas surtidas de toda clase de productos tentadores.

Tal vez solo querías un café, pero cómo se resiste uno a tal provocación de los sentidos. ¿Ves lo que es la mentalidad de escasez?, ¿ves lo que es mentalidad de abundancia?

¿Puedes ahora entender por qué a tanta gente le va bien, mientras que a tanta y tanta gente le va mal? Es sencillamente una cuestión de mentalidad, aunque unos lo sepan y otros no.

Siembra escasez y recogerás escasez. Siembra abundancia y recogerás abundancia. Pero, para poder sembrar abundancia, primero debes verla en tu interior.

Es necesario que veas tu empresa llena de clientes, de máquinas, de recursos, de trabajadores satisfechos y comprometidos. Que veas luz y alegría.

Es necesario “ver para creer”, como es necesario “creer para hacer”. Porque todo lo visible nace y se gesta en lo invisible.

La Ley del Dar.

La Ley del Dar es la segunda de las siete Leyes Espirituales del Éxito. Básicamente dice que antes de recibir tienes que dar.

Si quieres dinero, antes debes dar dinero, tienes que invertir tu dinero y tu talento.

Si quieres tiempo, antes debes dar tiempo, tienes que formarte y formar para delegar.

El problema es que la gente, si de algo carece, es precisamente de tiempo y de dinero. Por eso, antes de dar quiere tener, y no cree que lo contrario funcione. Y, evitando dar, evitan recibir. No se puede ganar sin jugar, ni jugar sin arriesgar.

¿Cómo cambiar una mentalidad de escasez por una de abundancia?

En primer lugar, te diré que no es fácil, ni rápido; pero también te diré que es posible. Lo sé porque lo he probado personalmente.

Aún recuerdo mis inicios: tarjetas baratas (para ahorrar), folletos que imprimía yo mismo en una impresora doméstica, recursos los justos y necesarios, y lujos, ni uno.

En realidad, creía poco o muy poco en mis posibilidades y pretendía combatir la falta de ingresos ahorrando. Ese es el fondo de la cuestión, ¿estás de acuerdo conmigo?

Luego, con trabajo y con esfuerzo, los clientes aumentan, y los ingresos también. Y poco a poco te vas “atreviendo” a hacer ciertos dispendios, a concederte ciertos caprichos.

Y poco a poco te vas dando cuenta, te vas haciendo consciente de ello, hasta que, un día, de repente, ves y sientes la abundancia.

Te pondré un ejemplo: imagina que te ha tocado el gordo de la lotería. Lo acabas de ingresar en el banco, pero tu cuenta todavía no refleja el nuevo saldo. Sabes que eres rico, te sientes rico y comienzas a actuar como lo hacen los ricos, pese a que no lo eres, al menos no en este preciso instante. Pero así es como te sientes y así es como actúas.

Cuando uno sabe que siempre que necesite dinero, solo tiene que ir al banco y cogerlo, se siente diferente, actúa diferente y logra cosas diferentes.

Lamentablemente, lo que la mayoría de la gente no ha llegado, ni probablemente llegue nunca a comprender, es que su banco, su propio banco, está en su interior. Un banco inmenso, inagotable, una auténtica fortuna y crédito ilimitado a su disposición.

Solo que, en lugar de ir a un edificio a sacar el dinero, tiene que obtener de la vida sus deseos y necesidades mediante la acción. Ir a cogerlo. Y ahí radica el problema, teniendo mentalidad de escasez no solo no se puede ver la abundancia, sino que tampoco se cree en las propias posibilidades de lograrla. Terreno fértil para la duda, el miedo y el temor a perder. El banco está abierto, pero apenas nadie pide fondos.

¿Te cuento un secreto? Todos los líderes tienen mentalidad de abundancia, sí, todos, sin excepción. Se enfocan en las posibilidades positivas, nunca en las probabilidades negativas, creen en sí mismos y en los demás. Por eso apuestan, por eso juegan, por eso ganan.

Si te fijas, verás que, por lo general, un trabajador tiene mentalidad de escasez. No quiero decir que eso sea bueno ni malo, no juzgo nada ni a nadie. Solo afirmo que hay quien prefiere un sueldo limitado y “seguro” que posibilidades de ganar infinitas, pero “inciertas” Los empresarios de verdad prefieren lo segundo.

Lamentablemente hay muchos empresarios funcionando con mentalidad de trabajadores, de auto empleados, funcionando con mentalidad de escasez, de no invertir, de ahorrar.

Por fortuna, tanto la mentalidad de abundancia como el liderazgo se pueden cultivar y desarrollar. Pero, lógicamente, hay que hacer algo más que “desear”.

La mejor herramienta para comenzar a logar es una sencilla hoja de metas, un papel en el que anotar lo que se desea lograr y un plan de cómo se va lograr. Así de simple, pero hay que creer.

Y ya se sabe, una meta lleva a otra meta, y está a otra más grande. Hasta que te das cuenta de que eres tú tu propio banco, que puedes lograr todo cuanto desees, ya te lo has demostrado infinidad de veces a ti mismo. Ahora tienes crédito ilimitado.

Y cuando crees eso, puedes ser generoso, pródigo y abundante, sabes que puedes generar recursos para pagar las inversiones. Piensas diferente, actúas diferente y logras más que la media, mucho más.

No es nada nuevo, ya lo dijo Henry Ford:

Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto.

Te toca. ¿Qué mentalidad quieres desarrollar, de escasez o de abundancia? ¿Qué quieres en tu empresa y en tu vida?

El universo no espera a los indecisos. ¿Empezamos por hablar de lo que quieres lograr?

Estoy solo a una llamada de distancia y, hasta el día de hoy no me he comido aún a nadie, ¿me llamas ahora?