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New Deal - 102 - ¿Qué profecías dirigen tu vida?

¿Qué profecías dirigen tu vida?

Determinando el alcance de tus sueños.

Tan solo era un niño y ya quería ser mecánico. Había algo mágico y misterioso en los motores y en la gasolina. Mi curiosidad era inmensa, no había capó en que no metiese la cabeza, ni taller por el que pasara que no me fijase en lo que hacían aquellos hombres de azul.

Los coches eran imanes para mí, sabía de memoria y podía reconocer todas las marcas y modelos de entonces. Había tanta potencia en el rugir de los motores…

El deseo se mantuvo durante mi juventud hasta el punto de que intenté irme voluntario, muy joven, al servicio militar. A automoción, por supuesto. La cosa prometía, formación, montones de motores a mi alrededor, prácticas de conducción en todo tipo de vehículos y obtener varios carnés de conducir gratis. Todo un regalo.

Si había que hacer la mili, mejor hacerla cuándo y donde yo quisiera. Tal es, en ocasiones, la fuerza del deseo.

Pero la vida tomó otro rumbo. O yo permití, en mi inconsciencia, que lo hiciera. Al final, para bien o para mal ni fui mecánico ni fui a la mili.

El trabajo, la familia, los amigos, mi novia…. me dejé llevar. Y dejé en manos del destino la responsabilidad y dirección de mi futuro.

Claro que entonces ni tan solo era consciente de que podía elegir, de que mi destino estaba en mis propias manos y que podría llegar a ser, hacer y tener todo cuanto desease.

Ahora que lo pienso, en el caso de que hubiese tenido esa consciencia, probablemente me hubiese fallado la creencia. Me refiero a la creencia en mí mismo, claro.

Pero el pasado ya no existe, tan solo son recuerdos en la mente. Ahora estamos aquí, en el presente, el único tiempo real que existe. Y solo es aquí donde podemos modelar nuestro futuro, sembrar los frutos que comeremos dentro de unos años, el trigo del pan que vamos a comer mañana.

Podemos y debemos dar coherencia a lo que hacemos hoy para que sea consecuente con lo que deseamos obtener mañana. Podemos escudriñar el futuro, podemos verlo con los ojos de la mente, podemos soñar y, a partir de eso, podemos darle forma, crearlo y modelarlo a nuestro antojo.

¿Acaso no hay mejor futuro que aquel en el que se cumplen nuestros deseos?, ¿no consiste en eso la felicidad? Entonces ¿a qué esperamos?, ¿qué nos detiene?

Cuando manifestamos deseos en la vida, aunque no tengamos ningún plan, ni tampoco la intención de hacer acción alguna, dejamos una ventana abierta. Abierta al mundo de las posibilidades. Que no actuemos no significa que no deseemos, o que no estemos atentos y a la escucha.

Pero no estamos actuando, estamos a la espera. Esperamos a que la suerte, la fortuna, el universo, o el destino, nos traiga o nos regale, aquello que esperamos, envuelto en un papel brillante, con un lazo dorado.

Y, en ocasiones, nos pasamos esperando toda la vida.

O, mejor dicho, se nos pasa toda la vida esperando, que parece lo mismo, pero que es algo bien diferente.

Uno estudia, trabaja, compra un piso, un coche, se casa, tiene hijos… Ya sabes, la rutina que la vida, o quién sea, nos tiene preparada. Quizás lo que todo el mundo espera de nosotros, incluidos nosotros mismos. O aquello que creemos que es correcto. Siempre ha sido así ¿no?

Quizás sí, la verdad es que no tengo nada de que quejarme. Vaya, sin querer me ha salido una frase. Una de esas frases típicas y tópicas que dice la gente.

Siempre que oigo algo así, me da por preguntar: ¿Si te quejases, de qué sería?

Plantear esta pregunta es una forma de llevar la mente a otro lugar, tal vez nunca antes explorado. Visitar un mundo de deseos ocultos, poner el foco en un lugar oscuro.

En cualquier caso, ahora mismo y en tu vida, puede que estén ocurriendo una de estas dos cosas:

  1. Que haya alguna profecía a la que se dirija tu vida.
  2. Que no vayas a ningún sitio concreto. Básicamente tan solo te levantas, trabajas, comes y duermes. Y sueñas con escaparte, ya sea esperando que llegue el viernes, un puente, o las vacaciones.

Bueno, en realidad estoy convencido de que en el grupo uno no hay apenas nadie. Todo el mundo, de una manera u otra, está en el grupo dos, aunque no lo sepa.

¡Pero hay maneras y maneras!

Por lo que yo sé y he visto, existen tres clases de profecías que más o menos dirigen la vida de las personas:

Grupo 1 – Profecías inconscientes.

Este es el grupo más numeroso. Aquí vive la gran mayoría de la humanidad. Me estoy refiriendo a aquellas personas que manifiestan deseos bastante ambiguos, poco específicos e intangibles.

Digamos que la mayoría de deseos que les mueve son del tipo: Ser ricos, tener dinero, o que les toque la lotería, que son tres maneras de expresar un deseo de seguridad y de libertad.

Otros deseos que también se encuentran en este grupo serían del tipo: Tener salud, estar bien, tener amigos, una buena familia, algunas posesiones terrenales y, en general, ausencia de problemas.

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Grupo 2 – Profecías conscientes.

En este grupo también hay bastante gente. Aquí viven aquellas personas que han visualizado su futuro. Quizás no muy concreto y detallado, pero sí lo suficiente como para estar haciendo cosas para llegar a él.

Este grupo, en líneas generales, mantiene todos los deseos y necesidades del anterior (tener dinero, salud, amigos, un coche, una casa, una familia, un buen trabajo, etc.) La diferencia con el grupo anterior es que están enfocadas en el medio que les permitirá llegar al fin.

Digamos que aquí están los que están estudiando una carrera, o un máster o más. Las personas que sueñan con tener un buen trabajo (o mejorar el actual) y que, a través de él, conseguirán aquellas cosas que desean, sus profecías. También están aquí aquellos que se esfuerzan ahorrando.

Grupo 3 – Metas, Objetivos y Planes de Acción.

Aquí apenas vive nadie, un 2% de la población a lo sumo, según estudios realizados. Hay mucho sitio aquí, por tanto.

Aquí vive la gente que sabe lo que quiere, en qué fecha lo quiere, y cómo conseguirlo. Y que actúa en consecuencia, para ello.

Permíteme una pregunta impertinente, ya sabes, de esas que me encanta hacer: ¿En qué grupo estás tú? Sí, tú, te hablo a ti, no mires hacia atrás, responde.

Si me conoces un poco, sabrás que nunca hago una pregunta sin que le sigan, al menos, un par más.

Así que venga, ahí va otra: ¿Estás contento de cómo te va en la vida?

Si estás contento ya puedes dejar de leer esto, no pierdas más tu tiempo. Nadie está obligado a tener sueños, ni a mejorar nada si no quiere. Tampoco es obligatorio tener éxito, aunque ahora esté de moda y mucha gente se empeñe en que lo tengas.

Tu vida es tuya y puedes hacer con ella lo que quieras.

¿Aún estás aquí? Vale, intuyo que ni estás del todo contento ni probablemente estés viviendo con los del grupo tres.

Ahora dime, ¿te gustaría fijar las profecías que guíen tu vida? ¿Te gustaría conocer el alcance de tus sueños?

Si has respondido afirmativamente, ya podemos ir al grano, éste es, en síntesis, el camino:

  1. Apunta lejos y lo más alto posible. Las razones son varias:
    1. Si apuntas a corto, tus limitaciones actuales te atarán como cadenas. Ya sabes (no es el momento, no tengo tiempo, los niños, la hipoteca…)
    2. Los sueños pequeños, no mueven las almas de los hombres. Que quiere decir que, si no valen realmente la pena, abandonarás a la primera (o a la segunda)
  2. Fija un punto ahora en el medio plazo. Conociendo tu destino, resulta fácil fijar un punto intermedio. Si te diriges al espacio, haz una parada en la luna para repostar y revisar la nave. Pon, por ejemplo, objetivos a tres años.
  3. Fija objetivos en el corto plazo. Para llegar al largo y al medio plazo, tienes que logar cosas en el corto, en el inmediato. Fija objetivos a un año. Objetivos que puedas dividir en otros más pequeños y de los que se puedan hacer planes.
  4. Desarrolla tus metas (o tus planes) Las metas son cosas concretas. Son las cosas que vas a hacer y lograr, los escalones que, uno tras otro conduce al piso de arriba, a lograr tu objetivo. Desarrolla tu plan en acciones muy pequeñas, lo suficiente como para que además de que sean concretas y cortas resulte “asequible” realizarlas y lograrlas.
  5. Planifica las acciones de tu plan de acción, de tus metas. Estás jugando contra el reloj, concretamente contra el reloj de tu vida. Deberás acostumbrarte a elegir entre dos opciones:
    1. dar prioridad a tus metas y a tu vida o
    2. intentar llegar a todo, complacer a los demás y fracasar en el intento.

Lo siento, no hay término medio, tendrás que elegir lo sé muy bien.

¿Aún sigues leyendo? Vaya, vaya, vaya, bienvenido al club de la gente encantadora. ¿O era de la gente rara? Bueno, qué más da, a quién le importa.

Si te implicas y realizas los pasos 1 al 5 con detalle y esfuerzo, ya estás en el camino. Pero debo confesarte que muy poca gente sabe planificar, hacer buenos planes. La planificación, como cualquier disciplina se aprende con la práctica.

Planificar es un arte.

Decía que, si cumples esos pasos, estás en el camino, pero te aún faltan unas cuantas cosas. Cosas que no te cuenta casi nadie. Estas son algunas de las dificultades que te esperan:

Para lograr lo que nunca has logrado, deberás cambiar. Sí, tú, deberás cambiar. Entre las cosas que deberás cambiar están tus hábitos. Deberás adquirir nuevos hábitos que desplacen a los actuales que son los que funcionas ahora y los que te impiden lograr lo que deseas.

Pero, sobre todo, deberás cambiar algunas de tus creencias actuales. Tus creencias son las que te limitan. Si no existiesen, si no te limitasen, ya habrías roto tu techo de cristal. Vivirías fuera de tu zona de confort y, desde luego, no estarías aquí leyendo esto.

Para llegar a donde nunca has estado antes, necesitas un guía. Sí, un guía, un entrenador o un sherpa, como quieras llamarlo. Un experto en la materia del desarrollo personal, del crecimiento y del cambio. Del cambio transformacional, ese que hace que te conviertas en otra persona. Concretamente en una persona capaz de hacer lo que hay que hacer para lograr lo que hay que lograr. Tus sueños, las profecías que te guían.

Las razones de por qué necitas cambiar y un guía son evidentes: Si pudieses logarlo tú solo, ya estarías allí ¿no?

Y llegados aquí, te dejo con algunas preguntas de reflexión. Contesta, por favor:

  • ¿Tienes sueños?
  • ¿Son concretos?
  • ¿Valen la pena?
  • ¿Estás dispuesto a luchar por ellos, a pagar el precio por lograrlos?
  • Si valen la pena, ¿necesitas ayuda?
  • ¿Quieres que hablemos de tus sueños?

Puedes llamarme ahora.

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Fermín Lorente

Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

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