Volvemos con el hacha bien afilada y cargados de planes para el 2017
En esta ocasión hemos cambiado el destino. Y nos ha gustado.
El hotel Can Rafel cuenta con encanto de verdad, cuidado y lleno de detalles en todos sus rincones, cálido y acogedor. Allí el suave olor de las chimeneas encendidas se percibe sin molestar; así como el de las manzanas y otros frutos repartidos en cestas por doquier. Disfrutamos de un entorno de naturaleza, de calma y de tranquilidad. Un lugar idóneo donde retirarse a visualizar, a imaginar y a hacer planes, buenos planes; en una sala con luz natural.
Esta vez un gran grupo de empresarios nos atrevimos a dejar plantado al ajetreado día a día para retirarnos a reflexionar y pensar. Mucha concentración, silencio, disciplina y esfuerzo mental. Una experiencia mágica e inusual, estar durante horas focalizado en un ambiente donde se podía escuchar la respiración y hasta el voltear de una simple hoja de papel (no hay que olvidar que pensar es el trabajo más difícil).
La comida ha sido espectacular, bien presentada y de calidad, con los detalles bien cuidados (coffee breaks, entrantes, habitaciones…). Se paga, pero todo lo vale.
En las comidas y cenas hemos tenido un magnífico ambiente, compartiendo experiencias y recuerdos. Y también algunas copas tras la cena, que todo no va a ser trabajar.
Volvemos con un buen puñado de sueños y deseos convertidos en objetivos, metas y planes de acción, con su día y su hora de ejecución anotada en el planificador. Ahora empieza otro reto, llevar todo eso a cabo.