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New Deal - Ya nadie sabe qué significa productividad

Ya nadie sabe qué significa productividad

Hace unas pocas décadas, la palabra productividad tenía sentido, tenía pleno significado, pero ahora ya no es así, lo ha perdido y ni tan solo nos hemos dado cuenta. Te pondré un ejemplo: Mi padre era agricultor. Cuando se iba a trabajar al campo con su mula y su arado, podía saber al final del día si había arado el campo o no. O podía contar los surcos. Iba a hacer una labor y eso es exactamente lo que hacía.

Hoy en día, las cosas han cambiado tanto y tan deprisa que ni tan solo somos conscientes de ello. Ahora, cuando una persona se pone a realizar un trabajo, el que sea, está a merced de millares de personas que pueden interrumpirle y dar al traste con la mejor de sus intenciones. ¿Miles? Sí, literalmente miles. Cualquier cliente puede necesitarte, o cualquier proveedor. Gente que ni tan solo conoces y que está al otro lado del planeta puede enviarte un e-mail con una oferta de sus productos. Probablemente estés en alguna base de datos que se puede vender a centenares de empresas y personas que te llamará o te enviarán propuestas comerciales de todo tipo. ¿Estás de acuerdo en que son millares?

Ahora añade todas las urgencias con las que te atacan y te desconcentran diariamente, las pequeñas o grandes interrupciones de tus colaboradores, ya sabes: ¿tienes un minuto? Los WhatsApp de amigos y grupos a los que perteneces, mensajes de aplicaciones que también te envían todo tipo de notificaciones o avisos programados e incluso ejecutados como respuesta a tu acción por un ordenador, sin intervención humana…

¿Eres realmente consciente de todo esto? Porque la mayoría de humanos realmente no lo son. Creen que sí, pero si así fuese, harían algo al respecto. Solemos acabar el día agotados, estresados y con la sensación de no haber hecho nada. No solo de lo que pretendíamos hacer, sino tampoco apenas nada que consideremos de utilidad o productivo.

Generalmente asociamos productividad con hacer muchas cosas, a correr, a ir rápido, a producir… no se sabe muy bien ni a dónde ni para qué, parece que la cuestión es correr, ir de prisa. Pero no es eso, no se trata de eso. De hecho, se trata de todo lo contrario.

Detengámonos un momento a observar, a mirar qué ha ocurrido.

Probablemente estarás de acuerdo conmigo en que la productividad de las máquinas se ha disparado y ha aumentado exponencialmente. Cualquier máquina que hace 10 o 20 años producía un artículo en una hora, actualmente puede producir centenares (tal vez millares) en unos pocos minutos.

Con la tecnología, la informática y las comunicaciones ocurre lo mismo. Hace algunas décadas (lo sé porque lo he vivido), tenías que pedir una conferencia a una operadora que podía tardar hasta una hora en conectarte. Ahora solo tienes que sacar tu Smartphone del bolsillo y hablar con París, Nueva York o Tokio al instante. Enviar una fotografía o un escrito significaba días o semanas por correo postal. Ahora son unos segundos por cualquier red social o Internet. La productividad de la tecnología se ha disparado incluso por encima de la de las máquinas.

La ley de Moore afirma (y se sigue cumpliendo desde hace décadas) que cada 2 años se duplica la velocidad de proceso y a la vez se reduce el precio de los procesadores en un 50%

Si observas un poco, cualquier compañía que quiera venderte una máquina (hardware) o un sistema o programa (software) hace alusión a cómo va a mejorar tu productividad.

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Y es verdad, pero no es toda la verdad, es lo que quieren que te creas. La verdad es que las máquinas te hacen ser más productivo, pero a la vez se averían o exigen una programación o mantenimiento. Es decir, te dan y a la vez te quitan. Y cuando fallan, cuando se averían, todo se detiene estamos inmovilizados, poco podemos hacer.

Si se va la luz se acaba la vida. Se paran las máquinas, los ordenadores, los teléfonos… el mundo se detiene, y nada puedes hacer para solucionarlo, solo esperar que vuelva pronto.

¿No te das cuenta de que hay algo que falla, de que hay algo en todo esto que no está bien?

Observa, detente un momento a pensar, los aparatos son cada vez más rápidos e inteligentes, pero el ser humano no está preparado para absorber todos esos cambios que ocurren con tanta velocidad.

La cara oculta de la tecnología, buscando nuestra productividad nos ha entregado un regalo envenenado: accesibilidad, localización, conexión permanente… y ha destrozado nuestra productividad, justo el efecto contrario. Mi padre era productivo porque estaba centrado en una única labor, arar el campo. No existían interrupciones, no había máquinas ni urgencias. Todo su tiempo era productivo. Ahora ya no es así, eso es lo que ha cambiado sin apenas darnos cuenta.

¿Qué hemos olvidado entonces? ¿Qué nos hemos dejado por el camino? La respuesta es muy sencilla, nos hemos olvidado de las personas, de resolver nuestra productividad personal.

Prisas, urgencias, agobios, interrupciones de todo tipo por todos los medios, han dado al traste con nuestra productividad, con nuestro tiempo. Apenas hay nadie que esté 30 minutos seguidos concentrado en alguna tarea. Nos han metido en la vena cosas como el «multitasking» pero nosotros no somos máquinas, no podemos (o mejor dicho no debemos) hacer eso. Por eso nuestro cuerpo se queja, nos manda avisos que ignoramos en forma de malestar, estrés, o cualquier otra forma de sensación corporal. Pero la mayoría ya hace tiempo que estamos desconectados de nuestro cuerpo. Hemos perdido la capacidad de escucharlo.

La productividad está asociada con la calma, no con la prisa.

Está asociada con poner y mantener el foco en algo durante el tiempo necesario. Pero estamos expuestos de forma permanente. Está relacionada con aislarse de distracciones, con separarse para centrarse. Pero perdemos el centro cada pocos minutos, y necesitamos bastantes más para recuperarlo. Así es como funcionamos ahora, nada que ver con lo que hacíamos antes, hace solo unos pocos años, cuando no había móviles ni internet. El resultado son grandes dosis de estrés, de baja productividad y de bajos resultados. Y, en consecuencia, ausencia de tiempo para vivir, para disfrutar.

No es de extrañar por tanto que disciplinas como el mindfulness (meditación moderna) se están empezando a asociar con la productividad. Que grandes empresas como Google lo estén incorporando para sus trabajadores. Es así porque el mindfulness tiene que ver con la atención plena, con el aquí y el ahora, con vaciar y centrar la mente, dejar de vagar a infinitas preocupaciones e interrupciones, en definitiva, a estar presente y a producir.

¿Estás de acuerdo o estás en desacuerdo? ¿Tienes alguna experiencia que compartir? Deja aquí tus comentarios.

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Fermín Lorente

Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

4 comentarios en “Ya nadie sabe qué significa productividad”

  1. Muy acertado. Fermin. Te sigo y te leo y de verdad siempre eres un aporte y un recuerdo del camino que hay que andar. Que ya lo sabemos pero que no lo practicamos a menudo.
    Un abrazo fuerte desde la lejana distancia. Puedes decir sin errar que te leen desde el otro lado del mundo.
    Saludos

    1. Querido Luis, sí estamos lejos, pero quizás no tanto.
      O por lo menos nos vemos y leemos con frecuencia, que las redes sociales también tienen cosas buenas.
      Un abrazo desde estas tierras que están entrando en primavera al hemisferio sur que entra en el otoño.
      Mi ego también te envía recuerdos, todo orgulloso él de que le lean en Chile.

  2. Buenos días!

    Me parece un asunto complejo, hay que estar al día con la tecnología y las novedades si quieres que cuenten contigo.

    O en el campo no se iba en sus inicios con mulas y luego con tractores?

    Estoy de acuerdo en que esto hace que nos dispersemos, no nos concentremos y por lo tanto no produzcamos y en ocasiones produzcamos mal por falta de concentración.

    Solución?? Planificarse, marcarse un timing para hacer lo que tenías pensado sí o sí, pero con el móvil apagado y el correo cerrado? Cómo lo ves?

    Feliz y productiva semana!

    1. Hola AF,

      Gracias por tu opinión, que comparto.
      En los años 60 la gente no disponía de tractores todo era más simple.

      El problema de planificar es que muy gente lo hace. Muchos menos son los que apagan el teléfono y el ordenador.

      Intento transmitir que la teoría la sabe todo el mundo pero que una legión de gente necesita «gestionar el tiempo» porque se acaba perdiendo y no sabemos cómo.

      Un saludo.

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