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New Deal - 110 - Cómo transformar a trabajadores corrientes en trabajadores eficientes

Cómo transformar a trabajadores corrientes en trabajadores eficientes

¡No hay gente buena!

No puedo recordar las veces que he oído esta frase en boca de mis clientes empresarios, pero sé que han sido muchas. Y claro, sin una buena tripulación, ¡cualquiera se arriesga a salir a alta mar!

Creo que esa razón, no tener una buena “tripulación”, es la principal causa por la que muchos empresarios no arriesgan, no se embarcan y no van más allá. Hay otras razones, pero estoy convencido de que esa es la principal, el mayor limitador o freno del crecimiento empresarial.

El mundo ha cambiado, los negocios han cambiado, y la gente también ha cambiado. Ya nada es igual.

Los aprendices “murieron” hace años, por eso actualmente hay tan pocos profesionales “de verdad”. Me refiero a esos trabajadores que a la hora de la verdad no concretan o no llegan, por contra de los auténticos profesionales que sí saben resolver problemas y tienen la experiencia y el “saber hacer”, que dominan su oficio, su tarea, o la función para la que se les ha contratado. Ya sabes, esos a los que puedes dejar solos y marchar.

Hoy en día casi todo el mundo es profesional “a nivel de usuario”

Ocurre que cuando alguien domina un oficio o profesión, pongamos que “algo, o un poco”, afirma dominar el oficio (nadie se auto rebaja en su currículum o en una entrevista) y quien lo contrata, que tiene una necesidad que resolver, cree, porque necesita creer, que es verdad. Hasta que comienzan las dificultades.

Mis clientes, empresarios ellos y ellas en su mayoría, llevan años diciéndome que la gente no quiere trabajar. Y que además tampoco quieren aprender. Ya sabes, por una u otra razón, repiten el mantra de que ¡no hay gente buena!

Al principio me sorprendían esas afirmaciones porque llevamos años con un nivel de paro indecente, inaceptable. Y viendo en la tele gente tan desesperada y falta de recursos, incluso para dar de comer a sus hijos, es evidente que eso que afirmaban no encajaba, no podía ser, “no cuadra”.

Pero eran tantos afirmando lo mismo y durante tanto tiempo, que me picó la curiosidad y empecé a interesarme en esa cuestión.

Y la cuestión al parecer es que la gente quiere dirigir, sin saber, y trabajar y cobrar, sin lograr. Hemos pasado una crisis, nos ha bajado la economía, pero no nos ha bajado el ego.

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Me cuentan que los negocios tradicionales andan muy faltos de profesionales que sepan hacer bien su oficio. Me refiero por ejemplo a carniceros, carpinteros, panaderos, instaladores, cocineros, torneros, camareros, y unos cuantos “eros” más.

Y puedo seguir con montadores y pintores, pero también con recepcionistas, telefonistas, aseguradores, técnicos de taller, asesores, e incluso personal de atención al público en general. ¡Y no hablemos si se trata de comerciales que, además de salir a la calle, regresen con clientes!

Hay sitios que en lugar de atender al público parecen cobrar por “desatender” al público. Seguro que, como yo, te has sentido montones de veces “ignorado y abandonado” por gente que ni te mira ni te presta atención, a la que parece que molestes con tus preguntas o simplemente con tu presencia.

Parece que la mayoría de los empleos no solo no dan prestigio, sino que, al parecer, incluso desprestigian.

Decirle a los “colegas” que trabajas de aprendiz de carpintero, de camarero, de cajero, o en un oficio manual o básico, te hace quedar mal, te desprestigia, “no mola”. Creen que la gente los mirará como a fracasados. Es como aceptar que no sirven para nada mejor, aunque quizás ahora mismo probablemente sea esa la realidad.

Si encima le añades que el oficio es duro o exigente, que hay que madrugar, esforzarse, aprender, o trabajar los sábados y que el sueldo no es precisamente de directivo, “pues eso…”

No vale la pena, mejor me quedo en casa… ¡de mis padres!

Mejor esperar a que salga algo de lo mío, aunque “lo mío” no exista ni nunca haya existido. Ya sabes, algún puesto “de despacho”, con buen horario, vacaciones y puentes y un buen sueldo, donde en poco tiempo ya sea jefe.

Los alemanes lo tienen más claro que nosotros. Como potencia industrial que son, la fábrica es lo primero. Y la fábrica tiene y necesita trabajadores. Y para que los trabajadores trabajen bien, tienen que estar bien formados. Pero, sobre todo, tienen que tener unas prácticas dilatadas y un alto dominio en la materia.

En Alemania es un éxito. Se llama Formación Profesional Dual, consiste en compaginar durante dos años los estudios con prácticas en una empresa, de forma intercalada. El 68% de los estudiantes alemanes que lo cursan consiguen un empleo en esa misma compañía. A España la FP Dual llegó en 2012 y pese a que cerca del 70% de los alumnos logra un trabajo, solo el 0,4% de los estudiantes cursa esta opción frente al 17% de media de los países de la OCDE. 

¿Qué está fallando?, ¿Cuáles son las barreras para que este modelo no triunfe en España? 

A diferencia de lo que sucede en España, los estudiantes alemanes son los que se ponen en contacto con las empresas para hacerles saber que les gustaría formarse allí.

FUENTE: El País -Negocios 07/01/2018

Cuando la gente no ama una profesión, la profesión tampoco le ama a él. Y eso puede notarlo cualquiera.

Añoro aquellos profesionales rápidos, eficientes y atentos, que te recordaban, que te recibían bien, que sabían lo que ibas a pedir y ya te lo proponían ellos.

Pero resulta que mucha gente no considera la mayoría de los trabajos y oficios como algo a lo que entregarse, creen que algunos trabajos no tienen misterio alguno y que los puede hacer cualquiera. Qué error, para ser bueno en algo, en lo que sea, ¡hay que saber y hay que valer! Y eso cuesta años adquirirlo.

Pero también conozco a gente simpática, eficiente y profesional, gente que se entrega, que disfruta de su trabajo y que está muy identificada orgullosa de su empresa.

Si te fijas, tú mismo llamas o vas a los sitios donde te tratan con respeto, profesionalidad y una sonrisa. ¿Lo ves? ¡Sí hay gente buena!, tú conoces a mucha gente buena. Por desgracia la gente buena no abunda, pero existe ¡Tu misión es seleccionar gente así!

Así que, llegados a este punto, es necesario formularse una pregunta, “la” pregunta: ¿mi gente es buena, o no es buena?

Porque si bien a veces es bueno que las cosas no sean ni blancas ni negras, en ocasiones sí es necesario que lo sean. Es defendible un punto de vista de que la perfección no existe y que hay que ser flexible. Pero también es defendible otro punto de vista que dice que, si alguien no es bueno, entonces es que es malo. Así de simple.

Mi consejo es que más que posicionarte con cualquiera de los postulados anteriores, te focalices en las consecuencias. Me refiero al precio que pagas tú por asumir las lagunas, fallos, o controles que tienes que realizar para cubrir esa zona gris no definida. Y el precio se paga en Euros (pérdida de oportunidades para tu empresa) y en vida (tiempo que restas a tu familia, a tus aficiones y a ti mismo).

Así que, vamos a echar un vistazo, usemos la imaginación, tómate unos segundos para ver y luego toma algunas notas:

  • Imagina lo que le ocurriría a tu empresa y a ti si todos los tuyos fuesen auténticos profesionales en lo suyo e hiciesen el trabajo bien y sin que tuvieses que estar tú encima. ¿Puedes imaginarlo?
  • Imagina que puedes ausentarte o centrarte en lo tuyo sabiendo que todo el mundo sabe lo que tiene que hacer y que, además de hacerlo, lo hacen bien. ¿Cómo te sienta eso?

Y ahora dime: ¿Se parece esa visión a tu situación actual? Considerando esa situación como “blanco”, ¿tú cómo lo tienes, “negro”, “gris oscuro” o, “se puede tolerar”?

¿Qué te parece si ahora nos ponemos a trabajar?, ¿nos enfrentamos a los problemas para buscar soluciones? Es pura retórica, sabía que dirías que sí. ¡Vamos allá!

En primer lugar, hay que admitir que no existe eso de la gente buena ni lo de la gente mala.

Sí, para buscar soluciones hay que salir de los tópicos, aquellas ideas que te llevan a creer que todo un colectivo es “así”; porque no es cierto. Ya hemos visto antes que sí hay gente buena y que tú personalmente conoces a mucha gente buena.

La gente es buena en lo que le gusta y es mala en lo que le disgusta.

O, dicho de otra forma, la gente se esfuerza y progresa en lo que le apasiona y se desentiende y se desinteresa de lo que le aburre o le agobia.

Si parte de tu gente es “mala” en tu empresa es porque probablemente no le gusta su trabajo, no disfruta haciéndolo, o no le gustas tú. Si eso te hiere, cambia la frase por la de “el clima laboral no es el adecuado” Tal vez están ahí porque han de pagar una hipoteca, colegios y recibos, pero no se divierten y están esperando una oportunidad… para largarse.

Sin embargo, esa gente puede ser extraordinaria y entregada haciendo otras cosas que aman, como por ejemplo en sus hobbies y aficiones. En cualquier caso, si se van a otro sitio es porque creen que allí van a estar mejor.

Así que, en lugar de buscar culpables (fíjate que el plural te incluye a ti también), vamos a buscar soluciones. Ten presente que, a menudo, la ausencia de una buena tripulación es la carencia de un buen capitán. Así que, intentemos saber por qué no vibran y se entregan como tú.

Checklist rápido para actuaciones de emergencia o para reorientar la brújula al Norte: (Identificar bien el problema significa tener el 50% de la solución)

A-   El primer fallo o acierto, ocurre en la selección. No se suelen verificar las habilidades y conocimientos precisos por parte de la empresa ni del trabajador. No suele existir una descripción escrita del puesto de trabajo, ni se realizan las preguntas o el test adecuado de verificación. Me refiero a preguntas como: ¿es esto realmente lo que buscas?, ¿por qué? o, ¿cómo te ves en este trabajo dentro de cinco años?, ¡descríbelo! Tampoco suelen aclararse las expectativas que tiene el trabajador de ti y de tu empresa ni de las que te has formado tú de él. Fallar aquí es el inicio de la mutua frustración.

Acción: siéntate con todos y cada uno y verifica sus expectativas y las tuyas. Hazlo con la intención de negociar y solucionar, no con la de criticar.

B-  No suele realizarse un acompañamiento y formación inicial. A la mayoría de los empleados se les da un paseo, unas explicaciones cortas (o excesivamente concentradas en un solo día) y se les deja “a su aire” por no tener más tiempo que dedicar. Está demostrado que se sienten abandonados y poco valorados, siendo ésta una de las mayores causas de abandono prematuro. Quienes lo hacen bien, tienen un proceso de acompañamiento diseñado, con fases de teoría y fases de integración. Y sobre todo y por encima de todo, “se les asigna un tutor”.

Acción: diseña un plan sencillo y asumible para las nuevas incorporaciones. Y un acompañante o tutor.

C-   Formación específica para el puesto de trabajo. La mayoría de las empresas asume que “ya sabe hacer su trabajo” y que con cuatro explicaciones ya vale, que ya aprenderán. Pero lo cierto es que eso suele distar mucho de la realidad. Aprenden “como pueden” y, en muchas ocasiones, aprenden mal. Las empresas eficientes comprueban lo que realmente sabe. Como dicen los americanos, “check what you expect” (verifica lo que esperas) y actúan con un plan de formación.

Acción: comprueba las carencias, las necesidades específicas y comienza un plan de formación priorizando lo importante.

Si se ha seleccionado a la persona correcta, de la forma correcta, se la ha introducido bien en la empresa y se la ha formado para desempeñar su trabajo, cabe suponer que esa persona sabe hacer su trabajo y está bien preparada para hacerlo.

Recuerda: Nadie se va de un sitio donde está bien.

Si todo eso no funciona, si hay problemas, si la persona sabe hacer su trabajo, pero algo no va bien, entonces hay que buscar el problema en otro sitio.

Para que todo vaya bien, las personas tienen que “saber”, pero además tienen que “poder” y, sobre todo y por encima de todo, tienen que “querer”.

En este post hemos tratado el “saber” (la formación), la primera parte de la trilogía. En los próximos artículos solucionaremos los otros dos. ¡Sigue online, por favor!

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Fermín Lorente

Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

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