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New Deal - 114 - Vida de empresario: sin tiempo, sin dinero y sin calidad de vida

Vida de empresario: sin tiempo, sin dinero y sin calidad de vida

¡Ay, mísero de mí, ay infelice!

No es mío, es de Calderón de la Barca. Me refiero al subtítulo, claro. No sé por qué, al escribir el título me ha venido eso a la mente, porque ya me queda algo lejos el colegio.

Y así sigue…

“Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito cometí. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; pues el delito mayor del hombre es haber nacido”

Calderón de la Barca

Sí, sí, “La vida es sueño” Pero es que muchos sueños en ocasiones son pesadillas. Y los directivos tienen muchas, no parecen acabar nunca. Algunas se repiten con demasiada frecuencia. Y la mayoría de los empresarios no vislumbra el día de poder dormir tranquilo.

Si has leído mi artículo anterior El problema Nº 1 (y el mayor) de directivos y empresarios comprobarás que su primera queja y más importante, es la falta de tiempo para su familia y para sí mismos.

Y yo afirmaba que, en realidad, lo que falta es dinero, buenos resultados empresariales. Es fácil comprobar que es así, basta con hacerte una pregunta:

Si tuvieses unas cuantas docenas de millones en tu cuenta bancaria, ¿te faltaría tiempo?

Francamente, yo no iría muy agobiado por la vida, y pocas cosas o personas serían las que realmente me harían correr, o me robaran mi tiempo.

Y claro, a los buenos resultados empresariales, les corresponde abundancia de dinero en la vida ¿no?

Pues ya ves, con tiempo y con dinero, con tranquilidad y buenos alimentos, casi podemos asegurar también una buena salud, física y mental. Gimnasio, piscina, tenis, o golf y paseos y lecturas, lo que más le guste a uno. Una vida sin preocupaciones ni estrés ¡no tiene precio!

Creo que estarás de acuerdo conmigo en que, si la empresa va bien, la vida va razonablemente bien, aunque a veces existan factores externos.

Es una simple cuestión de causa y efecto.

Los problemas empresariales, los del negocio, son las causas que crean los efectos en la vida, aunque puedan parecer cosas diferentes o separadas.

En las respuestas de la encuesta a directivos y a empresarios del artículo anterior no parecen ser conscientes de la relación directa entre la causa y el efecto. O quizás sí lo son, de ahí su empeño en que, sea como sea, funcione bien la empresa, aunque sea a coste de “otras cosas”.

Acostumbro a afirmar que, pese a todo, el problema no es el problema, el problema son las consecuencias del problema.

Me explico: “beber” o “fumar” o “comer” o “no hacer deporte” no es en sí mismo ni bueno ni malo. Es decir, no es problema si no tiene consecuencias. Pero las multas, los accidentes o las enfermedades generadas como consecuencia de lo anterior “sí son un problema”.

Y las consecuencias provocan malestar y frustración permanente. Día tras día.

En el caso de los empresarios con los que he tratado, y han sido muchos, los problemas “de ser directivo” coinciden con los de la encuesta, no hay nada nuevo.

  1. Problemas de dinero, o de clientes, o de facturación, o de liquidez, o de resultados… llámalo como prefieras.
  2. Problemas con el equipo, que no se implica, que no cumple como uno desearía y en el que no se puede acabar de confiar, “no sea que…”
  3. Y problemas de desorganización, de imprevistos, de urgencias, de baja productividad por lo anterior y, en consecuencia, de agobio.

¡Con estos ingredientes y materias primas, ya me contarás qué tarta puede salir del horno!

Sin embargo y pese a ser “un mal tan común” no parece que muchos se hayan parado a analizar bien las consecuencias.

Y yo conozco, de primera mano, unas cuantas, mira, mira…

Los pobres resultados (o la falta de dinero), suele tener como consecuencia:

  • No poder autofinanciarse, existencia de créditos y de pólizas.
  • Como consecuencia, la poca o nula capacidad de respuesta ante determinados proyectos que requieren invertir para crecer y competir.
  • Gastos por intereses considerables. Si lo quieres más fino, llámalo “gastos financieros” pero que minoran gravemente el resultado.
  • Retrasos en los pagos a proveedores, a la plantilla y, en ocasiones, a las administraciones.
  • Trabajar tú el que más y encima no cobrar tu sueldo “porque ya no queda”.
  • No llevar dinero a casa, pasar dificultades a fin de mes.
  • Meter el patrimonio personal donde no debería meterse, en una empresa que no garantiza resultados ni tan solo la devolución del principal.
  • Puedo seguir bastante más, pero no quiero, se te apetece, sigue tú, que sabes muy bien de lo que hablo.

La desorganización (o la falta de organización), suele tener como consecuencia:

  • Imprevistos todos los días y todas las horas.
  • Urgencias, prisas y agobios permanentes.
  • Estrés y mal humor porque nada parece funcionar, ni nadie parece cumplir ni esforzarse.
  • Reclamaciones e incidencias que nunca terminan de pulirse.
  • Clientes que se acaban marchando (aunque tú creas que es por los precios o por la competencia).
  • Caos, reproches, luchas internas y dejadez y malestar general por la escasez de todo.
  • Dedicarte a resolver problema tras problema, en lugar de prosperar y hacer crecer el negocio.
  • Vivir solo para trabajar, sin tiempo para hacer nada más en la vida.
  • Noches en blanco y deseos de huir, de abandonar, de tirar la toalla.
  • Y esa sensación de saber con seguridad que uno no está cumpliendo con los hijos ni la familia…
  • Estos son solo los más generales, coge un papel si quieres y añade los tuyos particulares si te apetece.

Igual te parece que soy tremendista, o negativo, pero es que he visto tantas cosas que no me ha gustado ver. Y no son casos aislados, fuentes empresariales dan cifras muy, muy alarmantes sobre los pobres rendimientos de la mayoría de los negocios.

Y mira tú por dónde, justo ahora, anuncian que se avecina otra tormenta. Desaceleración creo que la llaman…

Pero ¿sabes lo peor de todo, lo peor de lo peor?, ¿eso que todos sienten, pero en lo que pocos o nadie piensa?

Pues me refiero a las consecuencias “de las consecuencias”.

Sí, los problemas, son problemas. Y los problemas, suelen tener consecuencias, impactos en la empresa y en la vida.

Y cuando se juntan todos los impactos, cuando le alcanzan a uno todos los tiros de la película… Pues qué quieres que te cuente que tú no sepas…

Y es que, al perro flaco, ¡todo le son pulgas!

Las consecuencias de todo lo anterior.

Cuando se juntan y entrecruzan todos los problemas de la empresa y de la vida, junto con las consecuencias, generan un efecto combinado que puede llegar a ser demoledor.

  • Los amigos, los hobbies y aficiones, hace tiempo que no se sabe dónde andan. Como dice el poema, “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
  • Conozco personas que han perdido la empresa y con ella, todo su patrimonio.
  • Otros han entrado en fases de angustia, de estrés y ataques de pánico y un resentimiento de la salud que ha acabado por llevarlos al hospital.
  • Aunque, matrimonios y familias rotas, tal vez debería ser la primera de este ranking.

Y hay más, pero, para qué seguir, mi intención era la de despertar conciencias y, si has llegado hasta aquí, sin duda tienes que pararte a reflexionar en todo lo que pasa.

Pero no será la consciencia la que te llevará a otro sitio, será la acción, la determinación bien enfocada.

Así que un último mensaje, un mensaje de esperanza. Para después de la tormenta.

Aunque te cueste creerlo, aunque ahora no lo veas, todo esto tiene solución…

En el siguiente post te cuento la hoja de ruta para resolver los “pequeños problemas”, uno a uno. Al hacerlo, resolviendo los pequeños acabas por resolver el gran problema y, por supuesto, todas y cada una de las consecuencias derivadas.

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Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

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