¿Existe el Espíritu de la Navidad, o es tan solo una estrategia comercial para que empresas y comercios puedan vender más a los incautos consumidores?
Seguro que tú tienes tu propia opinión, y yo tengo la mía claro, y si me lo permites, te diré que en mi opinión el Espíritu de la Navidad es real y tiene entidad y significado para casi todo el mundo occidental.
Las luces en las calles, adornos por doquier, árboles, pesebres, una fecha del calendario, el frío, la nieve y muchas otras cosas, hacen de indicadores para que pongamos nuestra atención en la Navidad. Pero no es eso, no, a menudo todo eso nos resulta ficticio, comercial y, en definitiva, vacío, de alguna manera sabemos que no es auténtico.
Pero, si nos resulta vacío es sin duda porque alguna vez estuvo lleno ¿no? Vale, pero, ¿lleno de qué?, esa es la cuestión, y no es tan sencillo de explicar, pero lo intentaré.
Si te paras, si te detienes un momento, te darás cuenta de que ese Espíritu no es realmente algo concreto, sino que es más bien un estado. Y que ese estado es privado y personal, diferente para cada persona del mundo. Similar sí, pero diferente.
Si lo observas más de cerca verás que «se trata de una conexión». Te conectas a situaciones, a recuerdos y vivencias del pasado que, en lo más profundo de ti, reconoces como auténticas y buenas. Te conectas con situaciones entrañables, con reuniones familiares, con seres queridos, con momentos y vivencias de alegría, de compartir, con momentos dulces y dorados.
Si te fijas más aún, verás que en todas esas situaciones hay olores que permanecen inalterables en tu interior, ya sea de turrón o de una cena especial, sensaciones corporales de abrazos y alegría, y sonidos de villancicos y risas, de tintineo de cascabeles, de recuerdos, imágenes doradas de caras felices… y muchas cosas más. Por eso es personal.
Tú sabes bien que nada hay en el mundo más auténtico y entrañable que ese estado. En lo más profundo, deseamos que todo el año sea Navidad. Esa es también la razón por la que quienes creen que por una causa u otra ya no será posible revivirlo, se sientan mal y renieguen de esas fechas, de ese espíritu. Nada hay más frustrante que haber alcanzado un estado y ser consciente de la imposibilidad de volverlo a alcanzar. O al menos de creer que así será.
Con frecuencia, cuando comparamos las expectativas de cada Navidad con el pasado, casi nunca se llegan a cumplir del todo, solemos acabar un tanto decepcionados. ¿Sabes por qué? Pues sencillamente porque nuestras expectativas están basadas en un ideal más que en realidades concretas. Están basadas en un estado de armonía, de calma, de paz interior y de amor. Y ese estado está íntimamente relacionado con nuestros valores más profundos, está tan alineado con ellos que no nos damos cuenta de que depende más de «cómo queremos vivir la Navidad» que de las cosas que en ella ocurran o de lo que comamos y bebamos.
Y la alegría más profunda se obtiene cuando das. Dar es mucho más gratificante que recibir. Hace que te sientas pleno, que te sientas bien. Y lo máximo que puedes llegar a dar es darte a ti mismo. Tu tiempo y tu esfuerzo tienen un valor infinitamente mayor que los objetos materiales. Momentos de escucha, de comprensión, de compartir y de jugar, de reír y, por qué no, de comer y de beber, que es una buena forma de compartir.
Por eso, si esta Navidad quieres recibir de verdad, recibir sonrisas, recibir gratitud, recibir miradas, recibir paz; da lo mejor de ti. Eso es lo que te va a conectar de nuevo con el Espíritu de la Navidad.
Porque el Espíritu de la Navidad está en ti, vive dentro de ti.
¡Desde New Deal te deseamos una feliz Navidad!
¿Estás de acuerdo?, ¿cuándo más te conectas con ese espíritu? Deja aquí tus comentarios si lo deseas.
2 comentarios en “¿Dónde vive el Espíritu de la Navidad?”
hermosa reflexio digna DE SER COMPARTIDA ♥. De mi parte y los chicos de la gran hermandad blanca aqui en la ciudad de valencia enviamos prosperidad. feliz 2017!!
Gracias por tus comentarios Cristina, deseos de prosperidad para todos son un buen espíritu.
Un saludo.