Logotipo New Deal horizontal
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
newdeal-0031-cuando-el-plastico-llego-a-mi-pueblo

Cuando el plástico llegó a mi pueblo

Sí, soy de pueblo. Y sí, soy anterior al plástico. Y a los ordenadores, fotocopiadoras, neveras, lavadoras, faxes y calculadoras. Incluso soy anterior a la tele y al transistor. Cuando nací, nada de eso existía. O no se había inventado, o aún no había llegado a mi pueblo (que para el caso era lo mismo).

Cuando querías agua tenías que ir a la fuente a buscarla. Solíamos usar un botijo (que es como se bebía el agua y se mantenía fresca) o un cubo de metal. No hace falta añadir que, si no había agua corriente, tampoco eran necesarios los desagües.

Pensarás que tengo más de 100 años y que cuento batallitas, pero lo cierto es que tengo 58, mi mente y mi cuerpo están en perfecto estado (me ocupo de cultivar y cuidar ambos), estoy al día en tecnología y me considero joven y de mente abierta. Sigo invirtiendo en mi propia formación y desarrollo. Un día aprendí que el único responsable de mi formación era yo, y que, si la formación es gratuita, es porque hemos creado un sistema enfermo donde hemos cedido la responsabilidad personal de crecer y desarrollarse a otros, sea la empresa o el estado, un grave error que se suele acabar pagando caro.

Todavía recuerdo el día que mi madre apareció con un cubo de plástico de color azul. Era la nueva tecnología, el plástico. Hasta entonces las cosas eran de barro, de madera o de metal, y duraban para siempre porque, si se estropeaban, se reparaban y listo. Acababa de nacer la era del usar y tirar.

Algunos se preguntarán qué hacíamos los niños sin tele ni videoconsolas para llenar el tiempo. La respuesta es muy sencilla: «jugar». Jugar los unos con los otros. Vivíamos, convivíamos y nos peleábamos en la calle. En mi pueblo solo había un coche y se movía en días contados. Por tanto, corríamos saltábamos y jugamos en amplios espacios llenos de libertad y de posibilidades; usábamos la imaginación. Jamás he sido tan feliz. No teníamos nada, pero tampoco nos hacía falta, teníamos amigos y el mundo entero a nuestra disposición.

Cuando unos pantalones se rompían, se zurcían, se pegaba un pedazo, y ya estaban nuevos. La lana de los jerséis se destejía para ser usada en una nueva prenda que se volvía a tejer de nuevo.

¿Qué de qué estoy hablando? Pues sencilla y llanamente de valores.

Yo vengo de un mundo donde, si te lo merecías, el profesor te daba una buena bofetada y al llegar a casa, tus padres te daban otra, «porque algo habrás hecho».  No denunciaban a la escuela ni le pedían cuentas a ningún profesor, eso les hubiese avergonzado. Más bien se ponían de su lado, los maestros tenían auténtica autoridad. Y ojo, que nadie piense que yo defiendo el castigo, pero los de mi generación no nos traumatizamos y recibimos lo nuestro…

Los niños contribuíamos en casa, unas veces era yendo a buscar agua, otras, leña para el fuego, a la tienda a comprar, o lo que se nos mandase. Nunca nos negábamos, porque ni tan solo sabíamos que existía esa opción, no nos lo hubiesen permitido.

Jugábamos, nos peleábamos, nos caíamos y a veces nos hacíamos pequeñas heridas. Yo solía llevar el pañuelo atado a una de mis rodillas, siempre iba corriendo y a menudo me caía. Las calles no eran muy practicables, pero nadie se quejaba ni denunciaba al ayuntamiento. Un pañuelo, un poco de saliva, y a correr de nuevo.

De mi madre y abuelas (no llegué a conocer ni a tratar a los hombres de mi familia) aprendí lo que era el respeto, el esfuerzo, la tenacidad, la austeridad, la disciplina, la paciencia o el ahorro. Lo que ocurre es que yo no sabía que lo estaba aprendiendo y ellas tampoco eran conscientes de que me lo estaban lo enseñando. Tan solo me transmitían lo que a ellas les habían transmitido, lo que consideraban «correcto».

Ahora, que digamos que empiezo a tener «uso de razón» (que ya va siendo hora), cuando leo algunos libros «best sellers mundiales» como por ejemplo los de economía «Padre Rico Padre Pobre» de Robert Kiyosaki, o «Piense y hágase rico» de Napoleón Hill, a menudo me sorprendo y me digo: «¡Ostras, si esto es lo que me decía mi madre!»

ORGANIZACIÓN

PARA DIRECTIVOS Y EMPRESARIOS

Al enviar el formulario aceptas la política de privacidad de NewDeal.

Mejora tu organización, ¡recupera tu vida!

DESCARGA GRATIS LA GUÍA

Y es que mi madre, y también mi abuela, me dieron grandes lecciones de economía. Os voy a pasar un par que no solo son muy sencillas, sino que realmente han impactado y mucho, en mi vida:

Lección Nº 1 de mi madre:

«No importa lo que tú ganes, gasta un poco menos y lo que sobra lo ahorras»
(ésto, Kiyosaki lo desarrolla en varios capítulos)

Hay gente que me discute esa afirmación, me dicen que hoy en día no pueden vivir con lo que ganan, y se quejan de lo mal que está todo. Pero no acostumbro a creerlos, sobre todo si llevan un iPhone en la mano. Ya he aprendido que la gente sí tiene dinero, lo que ocurre es que no les llega para todo.

Lección Nº 2 de mi madre:

«Si quieres comprarte algo y no tienes el dinero, te fastidias y sigue ahorrando hasta que puedas comprártelo»
(lo mismo que en el anterior)

Esta sencilla lección hubiese imposibilitado la crisis que acabamos de pasar (según unos), y que aún estamos pasando (según otros). En mi caso debo confesar que no la he pasado ni la estoy pasando. Creo que he tenido suerte. O tal vez aprendí bien esas dos simples lecciones, quién sabe.

Y esto viene a cuento porque la crisis (pasada o presente), no es una crisis económica, aunque sus efectos hayan impactado de forma importante en la economía nacional y familiar. Se trata de una crisis de valores.

La mayoría de personas de este país hemos perdido el norte y nos hemos vuelto egoístas, egocéntricos, gandules y prepotentes (entre algunas otras cosas más).

Si no estás de acuerdo fíjate en tu entorno. La gente se salta las colas porque no respeta a los demás, creen que ellos no tienen por qué esperar. Arrancamos con el semáforo en rojo (y nos lo pasamos igual). Usamos el carril que no corresponde y luego queremos pasar los primeros. Nos quejamos por todo. Lo criticamos todo. Nos enfrentamos a todos, dejamos de pagar la comunidad, hacemos trampas, buscamos atajos que nos ahorren el esfuerzo de hacer el camino. Y somos sucios. Nadie recoge un papel en su propio ascensor «porque lo ha tirado otro». Y ojito si le llamas la atención a alguien, porque también nos hemos vuelto agresivos e intolerantes.

La corrupción no ha venido de Marte, ha florecido entre nosotros. La ausencia de unos valores claros, como por ejemplo la ética y la decencia, ha sido un gran caldo de cultivo. En mi opinión (muy mía, eso es cierto), creo que algunos, cuando se quejan de la corrupción se quejan de dos cosas: de la explícita (lo que dicen por su boca) y de la implícita (el hecho de que ellos no puedan participar del festín). Y es que la envidia siempre ha sido una cosa «muy nuestra». Como ya sabían los antiguos, la oportunidad hace al ladrón. Claro que igual yo me imagino cosas y oigo voces…

La transición, la democracia, el nuevo mundo, nos ha cogido desprevenidos, sin estar preparados. Y nos ha cambiado. Pero no nos hemos dado cuenta. Incluso la mayoría de la población, ni tan solo tiene edad para poder tener perspectiva.

Yo vengo de un tiempo en el que el «bulling» no existía. Si un niño te pegaba se lo decías a tus padres, éstos hablaban con los suyos y cuando el abusador llegaba a casa, le quitaban las ganas. Se creía en la palabra porque nadie mentía en lo esencial, pues quedaba marcado como mentiroso. Eran tiempos en los que la palabra y un apretón de manos valían más que los contratos o el dinero.

Las generaciones «nini» son el resultado de nuestra pérdida de valores, hemos olvidado lo esencial, hemos sobreprotegido a nuestros hijos, no les hemos negado sus caprichos cuando hacía falta. Al evitar la frustración de nuestros hijos, no les hemos preparado para afrontarla de adultos y eso hace que aflore la ira y el descontento, no la pueden canalizar, no la saben asumir ni manejar.

¿Es de extrañar que algunos jóvenes, vacíos de valores y de compromiso con nada salvo consigo mismos, los encuentren en un grupo terrorista o sectario?

Es tan solo la ley del vacío, si tú no te has ocupado de llenar de valores a tus hijos, otros lo harán por ti. Pero lo harán para sus propios intereses, claro. Tal vez por eso, algunos se preguntan: ¿En qué he fallado? Y lo triste es que no lo saben, no pueden responderse a esa pregunta.

¿Estás de acuerdo? ¿Estás en desacuerdo? ¿Tienes algo que decir? Pues dilo, la vergüenza no solo no sirve para nada, sino que evita que aflore mucha creatividad oculta…


Foto: Yande Ardana Photography

Al enviar el formulario aceptas la política de privacidad de NewDeal.

¿NECESITAS ORGANIZAR TU EMPRESA?

Descarga GRATIS esta guía

Aprenderás a:

     Mejorar tu organización.

     Aumentar tus resultados.

     Recuperar tu vida.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Fermín Lorente

Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

6 comentarios en “Cuando el plástico llegó a mi pueblo”

  1. Muy bien hecho Fermin, yo con mis 77 años e conocido todas esas etapas que tan bien expresas.
    Espero y deseo que las próximas etapas que me quedan por conocer, vallan a mejor.
    Tu pueblo es mi pueblo.

    1. Gracias Enrique,
      De eso se tata, de vivir etapas, y de aprender y mejorar las siguientes con las experiencias de las pasadas.
      En el fondo, todos llevamos un pueblo dentro donde nos sentimos bien, es donde podemos ubicar nuestra casa.
      Un abrazo.

  2. Gracias Fermín.
    Por tu propuesta a la búsqueda de la autenticidad.
    Por invitarnos a recuperar nuestros valores más íntimos y también a invitarnos a ser capaces de transmitirlos.
    Por retarnos a esforzarnos para que nada de lo importante se quede en el camino.
    Por todo el coaching que hay en todo ello…

  3. Felicidades Fermin!!
    Me encantan los viernes por muchas cosas y entre ellas por tu blog, Espero tu artículos con muchas ganas y éste en concreto ME HA ENCANTADO.
    Y por último felicitar a esas madres y abuelas por esa aportación tan valiosa y a niños como tú que asumieron sin saberlo esos valores y continúan la tarea.
    Gracias por todo. Un abrazo

    Yolanda

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

GRATIS

los 4 primeros vídeos del taller​.

Una reflexión sobre cómo va tu negocio y tu vida para iniciar pequeños cambios que te lleven a mejorar ambas cosas.

¡Resultados para tu empresa, tiempo y calma para ti!​

Al enviar el formulario aceptas la política de privacidad de NewDeal.

 "MEJORAR TU ORGANIZACIÓN Y LOS RESULTADOS DE TU EMPRESA"?

¿TE VAS SIN APUNTARTE A

GRATIS

los 4 primeros vídeos del taller​.

Una reflexión sobre cómo va tu negocio y tu vida para iniciar pequeños cambios que te lleven a mejorar ambas cosas.

¡Resultados para tu empresa, tiempo y calma para ti!​

Al enviar el formulario aceptas la política de privacidad de NewDeal.

APÚNTATE GRATIS AL TALLER ON-LINE PARA APRENDER A:

Organizarte.

Priorizar.

Mejorar los resultados del negocio.

¡Consigue la fórmula!

¿BUSCAS MEJORAR TU ORGANIZACIÓN Y LOS RESULTADOS DE TU EMPRESA?