Todo lo que imaginas condiciona tu futuro
Seguro que conoces este ejemplo: Si pintas dos líneas en el suelo separadas unos 30 cm y te piden que camines por el centro sin salirte, lo encontrarás muy sencillo, hasta un niño puede hacerlo con una sola pierna. Pero si esa pasarela es real y está suspendida entre los pisos 11 de dos edificios, la cosa cambia.
¿La cosa cambia? Veamos, la pasarela es la misma y la distancia también, entonces ¿por qué lo vemos tan difícil? La respuesta es sencilla, imaginamos lo que va a ocurrir.
El cerebro, ante una imagen sencilla o parcial, tiende a rellenar la historia, a generar imágenes de lo que ocurrirá, a visualizar; así es como funciona. Es capaz de generar imágenes en las que te ves dudando, atascado, paralizado, perdiendo el equilibrio y finalmente cayendo. No son reales pero resulta que la mente inconsciente tiene la particularidad de no poder diferenciar lo que es real de lo que no lo es. Para ella, lo que ve mientras sueñas es tan real como lo que ven tus ojos, no puede entender la diferencia «porque lo está viendo». Tampoco tú dudas de lo que ven tus propios ojos ¿no?
Y el miedo tiende a convertirse en algo muy real. Y cuando la mente crea «la película» el cuerpo recibe la emoción, y pasa a la acción, o a la inacción o parálisis, en ocasiones impidiendo que ni tan solo lo intentamos.
Es bien conocido que el objetivo de cualquier proceso de sanación, de coaching, o de crecimiento personal, radica en cambiar la autoimagen del paciente o del cliente.
Si te ves triunfar, triunfarás y si te ves perder, perderás, lo que tu mente ve, tu cuerpo lo realiza. Eso lo saben muy bien los coach que acompañan a los deportistas de alto rendimiento. Una de las tareas que trabajan a conciencia es la visualización. Hace algunos meses vi una entrevista en televisión que le realizaban a uno de nuestros pilotos de motos de élite. El periodista le preguntó si creía que ganaría y la respuesta fue un «SÍ». Fue tan rotundo y seguro que el periodista le preguntó cómo podía estar tan seguro. La respuesta fue «porque ya lo he visto».
Los deportistas de élite ganan la carrera o la competición antes de correrla o de jugar. La ganan en la mente, el cuerpo la gana después. Visualizan cada curva, cada paso, cada salto, cada movimiento… se ven ganar, generan las imágenes de victoria, se ven a sí mismos recogiendo el trofeo, subiendo al podio o colocándose la medalla. El cuerpo solo tiene que seguir las instrucciones, sabe lo que hay que hacer, no tiene ninguna duda, ¡lo ha visto con toda claridad!
Pero como sabes, todas las monedas tienen dos caras. Y si lo que has visualizado son problemas, dificultades, peleas, esfuerzo, dudas, o miedo, estás configurado para perder. Tu mente inconsciente y tu cuerpo ya lo saben, tu mente consciente tan solo lo intuye, solo falta la realización sobre el terreno, pero lo cierto es que ya has perdido.
Timothy Gallwey está considerado como uno de los precursores del coaching. Se dice que lo descubrió por accidente al trabajar con temas deportivos. En su libro «El juego interior del tenis» explica que observó cómo muchas de las dificultades en el tenis tenían un origen mental, la presión, la necesidad de «quedar bien y ganar» provocan la pérdida de concentración, el nerviosismo y finalmente, el fallo.
Descubrió que existían dos «yo»:
El interior, que sabe, y el racional (si lo prefieres el ego), que piensa y emite juicios sobre sí mismo, sobre cómo quedará su imagen si falla, sobre las consecuencias de perder… Intenta lograr la perfección, esforzarse, ajustar, y es entonces cuando la armonía de los dos «yo» se pierde. Y con ella la concentración y la ejecución, y finalmente, la competición. Es el mismo caso de la pasarela en el suelo o suspendida en el piso 11, sabemos caminar, pero alteramos lo que sabemos hacer de forma automática, por otro proceso que intenta «asegurar», y es así como conseguimos el efecto contrario, así es cómo perdemos.
Gallwey habla de «desaprender» ciertos hábitos y rutinas y de dejar actuar al cuerpo. Dice que el cuerpo «sabe», que es sabio y que es cuando queremos hacerlo bien cuando entorpecemos la acción con nuestra mente, cuando introducimos los cambios que nos llevan a perder.
Los límites de lo que puedas llegar a tener, a hacer, o a ser, no están en el mundo ni en el universo, ese tipo de barreras no existen en la realidad, solo existen en tu mente, son barreras mentales.
Y depende de ti y de nadie más alimentar a tu mente.
Muy poca gente sabe que la mente necesita nutrientes mentales, como el cuerpo necesita los suyos. Si la alimentas de miedo de duda y de imágenes de fracaso, te llevará a perder tus partidos y la liga. Si la alimentas de ilusión, de objetivos, de alegría y de triunfo, te llevará a ganar. Y créeme, ganar se convierte en un hábito, y perder también.
Pero no basta con una vez, la visualización positiva es una herramienta que debe usarse a diario. Al igual que tú desayunas, comes y cenas, alimentando tu cuerpo todos los días de tu vida, también debes alimentar a tu mente todos los días. Si no lo haces de forma positiva y consciente, tu propio inconsciente se ocupará de hacerlo de forma negativa. Sabe hacerlo muy bien, lo hemos entrenado durante muchos años para ello. Y lo hará.
Está demostrado desde hace décadas que alimentar la mente con noticias, lecturas, o mensajes negativos, afecta al pensamiento y, a través de éste, a la actitud y finalmente a tus resultados en la vida. También está demostrado lo contrario. Tú decides si quieres alimentar al lobo bueno o al lobo malo.
Pero ten muy presente esto:
después de VER hay que HACER.
Se trata de hacer realidad las ideas, de convertir los pensamientos en cosas, de hacer que las cosas ocurran.
Y tú, ¿Cómo te ves, ganador o perdedor?, ¿qué quieres tener, ser o hacer?, ¿cuáles son tus planes?, ¿están escritos?, ¿tienen fecha? Deja aquí tus comentarios sobre esto…
Foto: The Walk
2 comentarios en “La mente trabaja con imágenes”
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