Los 10 mandamientos del Desarrollo Personal.

La verdad es que la palabra “mandamientos” no acaba de gustarme. Lleva implícito que uno manda; y al otro… pues no parece quedarle otra opción que la de obedecer. Aunque claro, siempre queda la de no obedecer. Pero aun así queda feo, porque, no obedecer, significa desobedecer, que es como cometer una falta o pecado, sin que tú hayas pedido nada, y sin que te dejen otra opción o elección posible.

Yo prefiero la palabra “compromiso”. El compromiso implica bidireccionalidad. Yo doy (esfuerzo, disciplina, o lo que signifique mi compromiso), pero también recibo (el premio, el salario, el acuerdo estipulado).

Para los creyentes, el premio es el cielo. No está nada mal; ni más ni menos que la gloria eterna. Pero este no es un post de religión, todas las creencias son personales y respetables, cada uno tenemos las nuestras y para nosotros no son discutibles ni cuestionables, es aquello que nos sustenta, lo que nos guía y, por supuesto, son verdad, nuestra verdad.

Así que hablaremos de Desarrollo Personal, de los 10 mandamientos que debes obedecer, o de los 10 compromisos que debes aceptar (sigo quedándome con la segunda) para crecer y desarrollarte, tanto en el terreno profesional como en el personal. Para llegar a ser, a hacer, y a tener más. Más, de todo.

Si te comprometes, te garantizo crecimiento, desarrollo profesional y personal y éxito. Probado y garantizado, por muchas personas y desde hace mucho tiempo. Pero recuerda, todas las rosas tienen espinas y, si quieres su perfume, deberás estar dispuesto a pincharte. Es el precio que hay que pagar.

Así que venga, vamos al grano, a lo que hay que hacer para subir al cielo del desarrollo personal. Lee y ya me dirás si aceptas, si te comprometes contigo.

Primer compromiso: Cree en tus sueños, ¡escríbelos!

Todo el mundo tiene sueños. Para unos son ideas vagas, sin concretar, nubes que deambulan por su mente y que desaparecen con la misma velocidad con la que aparecieron. Efímeras como relámpagos en la noche.

Para otros son cosas más concretas, un coche, una casa, o un trabajo. Pero, en la mayoría de ocasiones, esos sueños carecen de fecha de inicio, de fecha de fin y, por supuesto, de un plan. Se trata más bien de “deseos”. Ya sabes, “si me tocase la lotería…” Pero con frecuencia, desear, lleva implícito el hecho de no actuar, tan solo el de desear.

Pues bien, el primer compromiso es el de escribirlos. Coge por tanto un papel y escríbelos. Date permiso a ti mismo para soñar a lo grande, para escribir tus sueños más locos e inconfesables, y no permitas que tu mente ni nada te limite. Lánzate, tiempo habrá para borrar, para rectificar y recortar. Pero no ahora.

Hazlo sobre papel, crea una carpeta para guardarlos. Te sugiero que no uses un ordenador ni nada que sea “virtual”. Los compromisos, como los contratos, se hacen “en negro sobre blanco” y después, se firman.

Si me haces caso, tus ojos verán lo que tu mano escribe, tu mente pintará las imágenes que describen las palabras, y algo sucederá en tu interior cuando lo hagas: comenzarás a ver una ínfima posibilidad de que tu sueño, pueda convertirse en realidad, vislumbrarás al menos una posibilidad. ¿La razón?: ningún loco se molesta en escribir lo que no se ve capaz de lograr. ¿Quieres otra razón? ahí va, ¡Ver es creer!

Segundo compromiso: Cree en ti mismo, ¡atrévete!

La mayoría de personas no logran sus sueños porque ni tan solo hacen el intento de alcanzarlos. Y la razón de no intentarlo no es otra que la creencia de que no podrán conseguirlo. Evitan la frustración y el fracaso con la inacción, con la elección de ni tan solo intentarlo. Este es el mayor de los fracasos, pero queda oculto, nadie lo ve, el ego no sufre.

La manera de intentarlo, no significa lanzarse al vacío ni parar un tren en marcha. Eso sí es un suicidio. De hecho, dicho de paso, eso es lo que la mente nos muestra, esa es la imagen paralizante que nos ayuda a no intentarlo.

La forma de atreverse, es la de dividir un gran sueño en porciones más pequeñas. Dividir y subdividir el reto hasta que sea tan pequeño que deje de darnos miedo. Cuando la primera acción sea manejable y podamos asumirla, estaremos listos para dar el primer paso. Nadie puede finalizar lo que nunca ha comenzado. El primer paso no solo nos dará la motivación del logro, sino que nos aportará la creencia de que también podremos dar el segundo paso.

Tercer compromiso: Siempre, siempre, ¡inténtalo!

Es muy sencillo, si intentas algo, solo tienes dos opciones: triunfar o fracasar, aunque a veces, fracasar por lograr “solo” el 50% o el 80% de lo previsto, no está nada mal.

Si no lo intentas, el fracaso está servido. No me refiero solo al fracaso de la acción, ni tampoco al fracaso del objetivo, estoy hablando de otro fracaso mucho más grande, en la forma y en el tiempo… estoy hablando del fracaso de tu empresa o del fracaso de tu vida.

Si lo intentas y no triunfas, habrás realizado un aprendizaje, te hará más fuerte y más sabio. Podrás preguntarte qué hiciste mal, qué debes mejorar o evitar en la próxima ocasión. Qué obstáculo no pudiste prever. Qué calculaste mal… Y así, probando, intentando y mejorando, es como se logra el éxito, así es como los niños aprenden a andar.

Ya sabes, caer para volver a levantarte, otra vez, aguantar los pinchazos de la rosa para poder ganar su perfume…

Cuarto compromiso: Nunca esperes a tener tiempo ni al momento adecuado, ¡hazlo hoy!

Mucha gente realmente, quiere. Mucha gente realmente, cree que puede. Pero llegado el momento, a la hora de descolgar el teléfono, de dar el primer paso, o de poner una firma en un papel… el miedo nos puede. Se activa la homeóstasis mental, nuestro sistema de defensa automático y paralizante y, casi siempre, nos puede.

Entonces decidimos esperar. Esperar a estar más preparados, al momento adecuado, a finalizar todos los asuntos pendientes, a estar tranquilos para concentrarnos en ello… Y nos perdemos en el mar de la dilación. Y así, se nos pasan los meses, los años y, con ellos, la vida entera. Nunca aprenderemos que no existe el momento adecuado, que es una trampa de la mente, que el único momento real es aquí y ahora. No hay otro más. Nunca lo ha habido, nunca lo habrá. Tras las vacaciones, el año que viene, volveremos a tomar la misma decisión, repetiremos el mismo comportamiento. Una y otra vez.

Quinto compromiso: Nunca te rindas, ¡persiste!

Es cierto, créeme, nadie fracasa, sencillamente deja de intentarlo, abandona. La mayoría de la gente tira la rosa al primer pinchazo, y al evitar pincharse, evitan también conseguir la rosa. Muchos se rinden al primer “no”, otros lo hacen al segundo, algunos aguantan más, pero todos acabamos por rendirnos cuando acabamos por creer que no lo vamos a lograr, que nuestro sufrimiento es estéril. Nos hemos olvidado de que la arena era una montaña que ha disuelto el viento. Dejamos de perseverar, por eso fracasamos, porque nos rendimos, dejamos de nadar y nos hundimos.

Estamos en la mitad, 5 de 10, pero creo que por hoy vale. Además, y si te lo tomas un poco en serio, tienes bastante trabajo ¿no te parece? Nos vemos en la segunda parte.