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Entiende cómo funciona tu mente para entender cómo funcionas tú

Nada me fascina más que observar a las personas cuando hablan. Me refiero a observar de verdad, escuchar en el más amplio sentido de la palabra, sin interpretar, sin intentar responder, tan solo con la intención de comprender. Escuchar lo que dicen, cómo lo dicen, y observar el lenguaje corporal, la cara y los ojos. Eso me permite comprender, o al menos acercarme, a lo que está ocurriendo en el interior de su mente, cómo está funcionando esa persona en ese preciso instante. Y cómo lo está verbalizando.

Aunque pueda sorprenderte, el cerebro funciona como una máquina y en consecuencia nosotros también funcionamos así en determinados aspectos. ¿Somos robots? por supuesto que no, tenemos capacidad de elección, somos seres racionales, pero también hemos aprendido a automatizar la mayoría de nuestros procesos, de nuestras rutinas del día a día.

Aún desconocemos muchos aspectos sobre el cerebro, sin embargo muchos otros son conocidos y muy específicamente. La cuestión radica en que muy poca gente tiene entrenamiento en esta materia. En realidad la principal función del cerebro consiste en procesar rutinas y comportamientos aprendidos. Compara los «inputs» que recibe, con la información que ya posee, y devuelve respuestas generalmente preestablecidas que modelan nuestro comportamiento. Somos bastante predecibles, casi funcionamos siempre de la misma manera. Ante un estímulo determinado, solemos ofrecer la misma respuesta, aunque no seamos conscientes de eso y creamos que las situaciones siempre son diferentes.

Hábitos, rutinas, creencias, actitudes… elige la etiqueta que quieras, porque cada uno tenemos nuestra propia manera de funcionar y de responder a cada situación. Lo que ocurre es que son tantos los procesos «programados» (si prefieres, aprendidos) y tantos los estímulos diferentes que recibimos, que no somos conscientes de tal programación.

Creemos que elegimos la respuesta en cada ocasión de manera creativa, pero no suele ser así, con frecuencia es una ilusión. Son muy pocas las veces en las que realmente “respondemos” y muchas las que “reaccionamos”. Ya nadie lo discute, está estudiado y comprobado que funcionamos con programas aprendidos e integrados; nuestros propios programas.

La pregunta entonces es: ¿quién y cómo nos ha programado? aunque la adecuada y mucho más interesante sería: ¿quién soy yo?

Si te interesa saber más te contaré los 6 pasos mediante los cuales nuestro cerebro (nuestra mente consciente e inconsciente) han ido aprendiendo y se han ido programando:

Primer paso: Recogida de información.

Si obviamos la información genética, el sistema operativo con el que ya nacemos y que nos permite sobrevivir, el cerebro de un bebé está en blanco. No es que no pueda ver, es que no sabe que está viendo. Tiene ojos, retina y nervio óptico pero la información que llega al cerebro no puede ser interpretada. La interpretación se produce al comparar algo nuevo con algo que ya existe, y al no existir nada, no puede ser interpretado. Ni siquiera es consciente de que ve o de que oye.

Segundo paso: Almacenamiento.

Poco a poco y mediante la repetición (el sistema más habitual y eficaz de aprendizaje) la información se va acumulando, se va grabando, ya hay cosas que pueden ser comparadas.

Debes saber que el cerebro almacena imágenes, es decir, fotografías o películas. También guarda sonidos, olores y sensaciones, pero suelen ser dinámicas y asociadas a situaciones, es decir, suelen formar parte de la película, pertenecen a un contexto o situación.

El bebé comienza a asociar y relacionar lo que ve, lo que huele… por ejemplo: madre-biberón-olor-comida. Así en cuanto ve o huele el biberón (cosas que ya ha almacenado y que empieza a entender) puede suponer lo que ocurrirá a continuación, porque ya existe en el almacén de experiencias.

Tercer paso: Creación de patrones primarios.

Comienzan a establecerse patrones de funcionamiento básico: “si lloro me atienden, si estiro el brazo puedo tocar algo, si quiero algo puedo cogerlo y traerlo hacia mí”. Empieza a conocer cosas, palabras, imágenes, olores… y a relacionarlos entre sí. Madre = protección, seguridad, comida…, y a usar la palabra-comodín mamá para todo.

Entiende que ciertas causas, generan ciertos efectos. Y lo usa de manera consciente porque ha comprobado que funcionan. Así se generan patrones de motricidad, de lenguaje, de reconocimiento de imágenes y de sonidos, y también de la relación entre ellos.

Cuarto paso: Creación de patrones complejos, interrelación de patrones.

El uso combinado de patrones genera otros nuevos aún más complejos. Por supuesto además de los patrones morfológicos o de funcionamiento corporal, también se van desarrollando nuevos patrones de pensamiento, es decir, «si me riñen, entonces yo…».

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Comienzan capacidades como la abstracción, la suposición, la visualización de futuro, que se combinan entre ellas y con otras hasta formar estructuras de pensamiento complejas, nuevas sinapsis neuronales, nuevos programas… Ya hay capacidad para la simulación o la mentira, entre otros.

Quinto paso: Elaboración de creencias, prejuicios y respuestas automatizadas.

La información recibida (entre la que se encuentran las creencias y valores paternos, tanto si son positivos como negativos) se va “instalando”, suave pero paulatinamente en la mente de la persona. Las creencias de la etapa pre-cognitiva (antes de los 7 años) suelen ser incuestionables y muy difíciles de cambiar ya que son los cimientos en los que nos apoyamos las personas y son muy pocos los que quieren levantar los pies del suelo.

Luego las experiencias de la vida, las respuestas obtenidas por el uso de patrones ya establecidos, van configurando, mientras la persona se desarrolla, un sistema único de programas, de respuestas, o de funcionamiento, que por su complejidad resulta único y personal.

Es en esta etapa cuando se establece lo que está bien y lo que está mal, los valores, las creencias profundas, los prejuicios acerca de las cosas o de las personas… es decir, todo un sistema automatizado de funcionamiento. Aquí se establece la filosofía base de la persona, su posicionamiento personal frente a la vida o a las circunstancias, «su verdad».

Quiero aprovechar este punto para detenerme un momento, para explicar algunas creencias recogidas en la interacción con mis clientes y que, en determinados casos, han complicado (por usar un término muy suave) bastante sus vidas. Creencias que han sido fijadas habitualmente, por repetición paterna y materna: «tienes que dar ejemplo», «tienes que llegar el primero y salir el último», «tú no puedes fallar»,  «tienes que revisarlo todo» , «no te fíes de nadie», «tú tienes que ser…» ¿te suena alguna?

Por esta razón, porque son creencias (fe ciega en que las cosas son así) es absurdo intentar cambiarlas mediante el racionamiento ya que son irracionales o inconscientes y están grabadas a fuego desde siempre. Estamos hablando del  posicionamiento personal, de tus creencias en política, en religión, o en cualquier otro asunto de la vida que se haya podido adquirir por transmisión consciente o inconsciente.

Ocurre que todo ese sistema, el mega-programa, funciona solo y de forma automática. El 90% de nuestra vida, de nuestro día a día, de nuestras decisiones, funcionamos en piloto automático. Es decir, funcionamos de forma inconsciente. Aunque creamos que nuestras decisiones son racionales y conscientes, la verdad es que la mayoría no lo son, solo son programas. Somos menos libres y menos racionales de lo que creemos. Los políticos y el mundo de la publicidad, entre otros, lo saben muy bien y lo utilizan.

Sexto paso: Generación de actitudes.

Por cierto, no tenemos «una» actitud, tenemos una para cada persona y para cada situación. Paciencia y comprensión con unos, impaciencia o agresividad con otros… Nadie tiene actitud positiva o negativa para todo, aunque puedan prevalecer más las de un tipo que las de otro.

Ahora además en juego el cuerpo. Una cosa es lo que yo sé que debo o que no debo hacer y otra muy distinta es lo que siento respecto a lo que sé que debo o no debo hacer, «lo que me pide el cuerpo». Debería hacer tal cosa «pero»… No debería comer esto, «pero»…

No dejan de ser patrones o programas pero aquí aún se complican más, entran en juego cosas como el miedo (a quedar mal, a lo que pensarán, a ser rechazado, a que me quieran, a que me dejen…), no hay límite en este sentido. Evidentemente no es real, excepto para la persona, para el «titular» de la actitud, para ella es muy real, tanto que va a definir su comportamiento.

Y dado que la actitud es un hábito del pensamiento, habitualmente, y dada una situación concreta, responderemos con la actitud prevista, siempre la misma respuesta, el mismo patrón, pero no somos conscientes de nuestros comportamientos inconscientes. Esa es la gran cuestión, cómo voy a cambiar o mejorar algo que no sé que existe. Por tanto estamos condenados a repetirlo una y otra vez…. «ahora tengo mucho jaleo, me pongo mañana a primera hora».

Algunas actitudes son muy beneficiosas pero existen muchas altamente perjudiciales. Una de ellas es el auto-sabotaje. Son conocidos muchos casos de personas que tras años en la empresa, al enterarse de un ascenso, dejan el trabajo por miedo a quedar mal, a no estar a la altura, a no cumplir las expectativas, o de personas que abandonan a su pareja porque las cosas van demasiado bien y cortan la relación «para evitar el sufrimiento de ser abandonados o de la ruptura, es como suicidarse para que no te maten. ¿Ridículo, no?, pues así funcionamos los humanos. Eso sí, hay grados, no todo el mundo es igual, somos seres complejos.

Si te fijas, hasta aquí solo hemos hablado de cómo funcionamos «por dentro», de lo que ocurre en el interior. Pero ¿qué pasa en el exterior?. Pues es muy fácil imaginar que lo que hagamos o no hagamos en la vida es fruto de nuestra actitud, que a su vez viene determinada por nuestra filosofía o creencias, que está determinada por nuestros patrones que se han generado por la información recibida.

Henry Ford lo definió en una simple y breve (pero contundente) frase:

Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto

Henry Ford

Por tanto, y como conclusión, si quieres mejorar algo a nivel personal o a nivel profesional, deberás empezar por el principio, deberás suministrar nueva información, deberás literalmente «re-programarte».

¿Puede hacerse eso? Ya te avanzo que sí, se puede, pero necesitas un motivo muy poderoso, herramientas, y que te acompañe alguien que conozca el camino, un guía o mentor. Es difícil, pero es posible.

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Fermín Lorente

Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

9 comentarios en “Entiende cómo funciona tu mente para entender cómo funcionas tú”

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  6. Hasta hace muy poco mi rutina de trabajo eran unas 16 horas al día dirigiendo una empresa de logística. Aunque a veces me frustraba porque no me daba tiempo de hacer todo, tenía un sentimiento de ser útil a los demás de mi organización estando EN TODO.

    Fermín explica bien el proceso, ser consciente para entenderte y dejar de justificar lo que haces, marcar un objetivo y un rumbo y empezar a trabajar concentradamente para alcanzarlo. Un poco de disciplina y las cosas empiezan a ser diferentes, vas superando retos y consiguiendo cosas imposibles o impensables hacía poco tiempo.

    Yo creía que era disciplinado y responsable, pero realmente era rutinario e inconsciente.

    Ahora, al menos, voy entendiendo-me y se que debo hacer.

    Gracias.

    1. Hola Pablo, me alegra tu aportación.

      Es cierto, no nos paramos apenas nunca a pensar, ni mucho menos a cuestionarnos cosas que, vistas desde fuera, nos costaría justificarlas en otros, porque creemos que lo que hacemos es correcto e incuestionable.

      La disciplina es una de las grandes virtudes y tras ella se encuentra la «consciencia», que es, a mi entender, la máxima expresión. Ser consciente de quién eres y de lo que haces, de con quién estás y para qué estas, y tomar las decisiones conscientes y correctas en cada momento.

      Se trata de «responder» y no de reaccionar, y para eso debes «estar presente» y la mayoría de las veces estamos ausentes, perdidos en nuestros propios pensamientos, reaccionando…

      Un saludo.

  7. Hola Fermín

    Referente al patrón de la conducta económica

    Te explico un poco mi historia breve:
    Todo empezó en el año 2001 que entré en una empresa a trabajar como vendedor y la verdad que me ganaba muy bien la vida, generaba números de 4 cifras.

    La sorpresa fue que dejaron de pagarme una cantidad bastante considerable y sabía que no me la iban a devolver y lo que hice fue marcharme de la esta empresa, desde este momento Fermín del 2001 hasta hoy (2015) no llego a los números de 3 cifras.

    Ya me cansé de esta situación requiero AYUDA y lo pongo en mayúsculas, alguna sugerencia o herramienta para poner en práctica?

    Muchísimas GRACIAS por tu atención

    Un saludo

    Jordi Sanz

    1. Hola Jordi, gracias por compartir.

      A través de la web intento aportar aquello que he aprendido de otros, ya sean mentores, mis propios clientes o lecturas valiosas.

      De mi experiencia he aprendido que existen personas que tan solo necesitan un poco de inspiración, ese es el motivo del nacimiento del blog en el que encontrarás algún post anterior y uno nuevo cada viernes.

      Sería muy atrevido dar sugerencias partiendo de unas pocas líneas y efectivamente disponemos de herramientas, pero es imprescindible responder «para que» hay que usarlas, qué es lo que necesitas construir con ellas.

      Si quieres enviarme un correo privado podemos contactar y profundizar en lo que dices.

      Un saludo.

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