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New Deal - 67 - Productivi ¿qué?

Productivi ¿qué?

La productividad «no vende».

Lo cierto es que el tema de la productividad le interesa a mucha gente. Y por supuesto, poder mejorar la propia y, como consecuencia, ser más productivos.

¿Qué cómo lo sé? Pues resulta que el pasado sábado ha tenido lugar un encuentro en Barcelona de «bloggers» (gente que escribe regularmente sobre uno o varios temas en internet), expertos en productividad de toda España. Ignoraba que tal cosa existiera hasta que me invitaron a participar (debo admitir que mi ego subió 2 enteros, dicho sea de paso).

Y resulta que ese nutrido grupo de expertos (casi 30) que comparten esa pasión/profesión, acudieron de todos los rincones de España. Algunos recorrieron más de 1.000 Km. y vino gente tanto del norte como del sur, o del centro. También de aquí (del este) hubo una buena representación.

Todos compartimos una vocación común:

Impulsar la productividad, ayudar a las personas a ser más productivas. Si la mayoría no fuésemos «freelance», podríamos montar un «lobby» pero ya he dicho que es vocacional y, por tanto, un reto gigantesco ausente de medios y recursos. Nada más y nada menos que mejorar la productividad del país. Pero ahí estamos, logros más grandes han nacido y triunfado con menos recursos. Hay que mantener el foco y la ilusión. Y mantenerse siempre «con el mazo dando».

La mayor parte de los presentes se califican como Consultores «artesanos». Casi todo el mundo entiende lo que es la consultoría, en cuanto a que es un trabajo tendente a mejorar las organizaciones. Pero el término artesano, los define como: estructuras simples y autónomas; talleres, más que fábricas, donde abordamos proyectos de dimensión humana. Bonito, ¿no?

En los diversos debates de la jornada se plantearon temas y retos reales y uno de ellos fue el hecho de que la productividad no vende, vamos, que no engancha a la gente. O lo que es lo mismo, interés «haberlo haylo», pero una cosa es la intención y otra cosa es la acción. Y ya sabemos que sin acción no puede haber resultado. Y no parece que la gente esté por la labor. Seguiremos siendo improductivos hasta que cambiemos algo, por ejemplo, nuestra actitud.

Y buscando las posibles causas, una que surgió es que «no suena en inglés», como otras actividades que están ahora de moda como el «mindfulness», que arrastra multitudes y está calando en las empresas. Algo le pasa a la productividad que se nos escapa de las manos.

Hablamos también sobre la planificación. Porque claro, si no se planifica la productividad, tal como va el personal de organización y de tiempo… a ver quién es el que produce. Y había posturas que tienen muy claro que «planificar está obsoleto», que es ridículo intentar adivinar el futuro y planificar cosas que, al final, no se van a cumplir.

Y debatiendo, nos dimos cuenta de que cada persona, ante la palabra «planificar» entiende cosas diferentes. Unos entienden que significa hacer planes; planes pequeños o planes grandes, incluso planes de vida. En todas las áreas de la vida. Pero otros lo entienden, como hacer una lista de tareas o poner cosas en la agenda que, llegado el momento, decidimos no hacer, ya sea por las circunstancias, o bien sea por las urgencias, acabamos cambiando nuestras prioridades.

Si te fijas un poco, si prestas atención, verás que todo el mundo te promete aumentar tu productividad, hacerte más productivo. Casi todos los programas informáticos (procesadores de textos, hojas de cálculo, bases de datos, CRM, ERP o aplicaciones varias), de comunicaciones (correos electrónicos, mensajerías de muchos tipos, sean públicas o privadas, todas las «nubes» del mundo, las redes sociales, o las Apps instaladas en todos los Smartphones…), los dispositivos de hardware (PCs, móviles, tablets cada vez más rápidos y con mayores prestaciones). Todo el mundo te vende productividad.

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Y todo eso es verdad, o lo es a medias. Porque también hay un lado oscuro. Te dan, cierto, pero también te quitan. Puedes comunicarte con el mundo al instante, pero el mundo también puede hacerlo contigo. Puedes acceder a información infinita, pero tienes que leerla, clasificarla y extraer la realmente útil. Todo es inmediato, pero tú también debes serlo. Y así, nos acabamos perdiendo.

Así que, existe un gran interés «en teoría» porque en la práctica ya es otro cantar. Y lo es, además, porque ¿quién sabe realmente cómo se practica esa disciplina? o, ¿quién sabe dónde se imparten esas clases o cursos?, o peor aún, ¿para qué sirve realmente eso de la productividad?.

Ahí radica la cuestión, lo que cada uno entiende ante la misma palabra. Y, bajo mi punto de vista, el problema es que «productividad» es un concepto y no una cosa.
Como concepto, cada uno lo interpreta como quiere, o como puede. Cuando una cosa no es concreta o específica, es decir, que no tiene forma, tamaño o color, por ejemplo; resulta que no se puede tangibilizar, tener de ella una imagen mental clara. Y cuando el cerebro no puede ver, necesita interpretar, que significa buscar elementos o cosas que puedan ser parecidas o sustitutivas al concepto buscado para poder manejarlo.
Puestos a interpretar, cada uno lo hace como quiere, o peor aún, interpretamos las cosas no como son, sino como somos nosotros; a relacionar el concepto de productividad con algo, la asociamos al trabajo. Y, por defecto al trabajo «arduo» el que cuesta mucho esfuerzo y te hace sudar. Y ya que estamos puestos, le añadimos jornadas largas, muy largas.

Y acabamos definiendo productividad como «hacer muchas cosas al mismo tiempo», o «hacer las cosas muy deprisa, producir mucho» o, algo peor, «trabajar durante muchas horas». Y no es eso, no.

No es de extrañar, por tanto, que, ante ciertas interpretaciones o prácticas habituales, se den todavía hoy creencias como establecer relaciones directas entre horas de trabajo y productividad. Es lo que genera el conocido «presentismo» donde gerentes y propietarios, ante la ausencia de otros indicadores de productividad, la midan en horas trabajadas, recompensando a los que se quedan o hacen méritos orales en lugar de a los que producen.

Intentar llegar a todo, tener y mantener 7 frentes abiertos, está bien visto, es otra creencia extendida, una relación directa entre el agobio y el estrés con la productividad. Medirlo por el número de veces que me quejo de que no tengo tiempo y de lo mal organizada que está la gente (los demás claro).

En mis talleres de productividad, suelo comenzar con tres preguntas:

  1. La primera trata sencillamente de definir qué es productividad. Y resulta que cada persona tiene una versión. Además de versiones diferentes, todas son ambigüedades del tipo: «Producir lo máximo posible en el menor tiempo posible y con el menor número de recursos» ¡Toma ya! Entonces voy yo y le digo: fantástico, dime la primera acción concreta que harás mañana a las 9 para aplicar tu definición. Fin de la conversación.
  2. La segunda pregunto si saben concretamente cuándo son productivos y cuándo no. Algunos piensan que sí, pero cuando le digo que haga una lista concreta de sus actividades productivas y otra de sus actividades improductivas, se acabó. Como mucho, explicaciones teóricas de ambigüedades más teóricas aún.
  3. Y la tercera ya es definitiva, les pregunto: ¿puedes medir tu productividad? Silencio total.
Y ahora, una pregunta para ti, lector, aunque no espero tu respuesta, es pura retórica:

¿es de extrañar que vivamos en el país de Europa con las jornadas de trabajo más extensas y que a la vez sea el país con la tasa más baja productividad?

Y ya puestos, te lanzo otra, que es gratis:

Algo que afecta a todo un país, a las empresas en su línea de flotación, a las personas en su vida familiar y social, y que es un mal crónico, general, que causa estrés, depresión y otras enfermedades profesionales, ¿no crees que alguien debería hacer algo? ¿Y no crees que ese algo debería hacerse ¡ya!? Pero claro, ¿quién le pone el cascabel al gato?

Estamos enfermos y necesitamos ayuda urgente. Consultores artesanos, expertos en productividad, gobiernos, sociedad civil, sindicatos, empresarios y trabajadores. Alguien o todos, tenemos que hacer algo. Me apunto a lo que surja, cualquier cosa menos seguir igual.

Y tú, ¿cómo lo llevas?, ¿cómo lo ves?, ¿tienes alguna receta?, ¿qué opinas? Si te apetece, deja aquí tus comentarios.

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Fermín Lorente

Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

4 comentarios en “Productivi ¿qué?”

  1. Para mí, un elemento clave de la productividad es la responsabilidad. Cada día al terminar, cada uno sabe si su trabajo ha sido o no productivo.
    Si todos actuáramos de manera responsable no se necesitarían medidas de control y se sabría si los recursos son suficientes o no.
    En las áreas financieras de las empresas que son las que más conozco, la productividad es difícil de medir porque no somos core business y el resto de la empresa nos ve como un lastre. Algo contra lo que yo intento luchar…

    1. Gracias por tu aportación Ana,
      Es cierto que hay áreas como Finanzas y Recurso Humanos que es mucho más difícil medir la productividad que en otras como Producción o Comercial..
      La responsabilidad personal es subjetiva, pero ante la ausencia de mejores indicadores, el cómo se sienta cada persona respecto a su contribución, es decir, sus sentimientos, es un indicador a tener en cuenta.
      Existen muchos tipos de productividad, el dinero o las unidades fabricadas son solo unos indicadores más, aunque importantes.
      Un saludo.

    1. Amigo Pablo,
      Esa es una sensación compartida. A veces nos perdemos (en las ramas o en el tronco), pero al fin y al cabo nos extraviamos.
      A veces vemos las cosas muy claras, pero de vez en cuanto nos llenamos de dudas. No pasa nada, así es como somos.
      Ahora es un buen momento para parar, para hacerse buenas preguntas y reflexionar si vamos por el buen camino, para visualizar dónde queremos ir este año nuevo .
      Parar para afilar el hacha, para ser productivos.

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