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¿Necesitas organizarte? Veamos qué podemos hacer

«¡Necesito organizarme, necesito organizarme!» repetía Fernando compulsivamente, enfatizado, con los gestos de su cara y de su cuerpo, que eso era algo muy necesario, imperativo, vital…

Lo cierto es que la mayor y más frecuente demanda que han manifestado la mayoría de personas que han asistido a mis talleres y seminarios de estos últimos años (y han sido más de 200 talleres) ha sido esa, la necesidad de organizarse.

Si también es ese tu deseo, o peor aún tu necesidad, quiero mostrarte primero un buen número de razones (pese a que baste con una sola de ellas) que pueden y suelen dar al traste con tales necesidades.

Intentaré ayudar explicando algunas de las razones por las que la gente suele fracasar en sus intentos:

1. Organizarse no es una cosa.

Resulta sorprendente que lleguemos a creer durante años que un concepto etéreo, una nube abstracta y sin forma, sea algo concreto que se pueda llegar a lograr. La mayoría no sabe que el cerebro funciona como una máquina, que se mueve por imágenes, y si no puede «ver con claridad» lo que persigue, sencillamente pasa página. No sabe lo que tiene que hacer ni el primer paso que debe dar. Debes entender que organizarse es tan solo una sensación, la de «sentirse organizado» que es algo mutable incluso en el corto plazo y no una cosa concreta. Precisamente por eso no puede lograrse.

2. Organizarse no es un objetivo, sino la consecuencia de algo.

Es como perseguir el horizonte, o el final del arco iris, una quimera. Cuando alguien manifiesta esa necesidad me gusta jugar, le doy un papel y un lápiz y le propongo que comience a escribir «cómo» lo va a hacer. La mayoría se bloquean, creen que lo tienen claro, pero en realidad, cuando lo intentan, se dan cuenta de que no saben cómo se hace, nunca antes lo han hecho, no existe una experiencia anterior. Estar organizado significa tener en orden una serie de acciones (prioridades) y gestionarlas con disciplina para lograr un fin específico. Debemos estar organizados «para algo» pero debe existir ese algo. Y te cuento más, estar tranquilo y estar organizado son cosas bien diferentes.

3. Organizarse no es un fin, sino un medio.

Esta es otra de las mayores paradojas que he podido encontrar en estas cosas de la productividad y de la gestión del tiempo (también de esto hablaremos, que tiene su jugo). Yo lo veo así de claro, lo que la gente quiere realmente es estar tranquila, libre de presiones y agobios. Pero eso no es «organizarse» aunque suelen expresarlo así. Organizarse significa poner en orden una serie de acciones (que pasan a ser prioritarias) para lograr un fin concreto (llámese también meta u objetivo.) Con frecuencia, cuando pregunto para qué quiere organizarse, resulta que el motivo no existe, con lo cual, sin motivo no existen prioridades que defender, y solemos desorganizarnos nosotros solitos al aceptar las urgencias y prioridades de los demás ante la ausencia de prioridades propias. ¿No es de locos?

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4. No existe un motivo claro y poderoso.

Si no hay un buen «para qué», si no hay un buen motivo, no puede haber acción. No existe motivación, «los motivos que llevan a la acción». Cuando pregunto para qué quieren organizarse, suelen responder con abstracciones, «para estar organizado», «para tener tiempo», «para ser más productivo»… otra colección de conceptos que el cerebro no puede ver ni dar órdenes específicas o pasos a acometer. Entonces, cualquier petición, llamada de teléfono, e-mail, o cualquiera de las mil posibles interrupciones o ataques que podamos sufrir a cada momento, generan una respuesta emocional de ayuda, un cambio inmediato de lo que ibas a hacer, de tus prioridades, por la prioridad de los otros. Es decir, tal vez tu motivo, tu objetivo, realmente no es ni bueno ni poderoso. Dicho de otra forma, puede esperar.

5. Ausencia de foco.

Sin el foco en algo concreto no hay diana, no hay objetivo. Sin objetivo no hay plan. Sin plan no hay acciones planificadas. Sin acciones la agenda está vacía y, si es así, la más mínima petición conlleva la postergación para atender lo nuevo que acaba de llegar. Existe la estúpida creencia muy arraigada de que las prioridades de los demás son más importantes que las propias, y que las mías pueden esperar, que ya las haré más tarde… no es una creencia consciente pero sí está en el inconsciente colectivo ¿empiezas a entender quién es el que te desorganiza?

6. Miedo.

Sí has leído bien, miedo. Miedo a qué pensarán si digo que no, que ahora no; a que me dejen de lado y no cuenten conmigo, a que crean que no soy un buen amigo, un buen jefe, o un buen compañero, a que piensen que soy un egoísta… Esa es la respuesta emocional concreta por la que acepto las urgencias de los demás y me desorganizo yo mismo. Este comportamiento, irracional e inconsciente, está íntimamente relacionado con la auto-imagen que tengo de mi mismo y de mis prioridades, pero eso es harina de otro costal y también lo trataremos.

7. Creencia de que el tiempo es un recurso ilimitado.

Es sabido que el tiempo es el recurso más escaso y valioso y sin embargo solemos creer que nuestro tiempo es ilimitado. El tiempo es oro cuando lo dedicas a actividades que generan dinero. O es vida cuando lo disfrutas con aquello que te apasiona y proporciona felicidad o placer. Cuando no es así se convierte en una pérdida valiosa. Decimos que sí a los demás con fe ciega de que será un momento y que tras este, haremos lo nuestro. Pero casi nunca es así. Llevamos años engañándonos con tan absurda creencia pero no nos damos cuenta. Y así nos va. Nos enfadamos si nos roban o perdemos nuestro dinero pero no lo hacemos cuando nos roban nuestro tiempo, el recurso más valioso y escaso.

Aún existen algunas razones más pero creo que ya son suficientes para comprender que «organizarse» es un deseo bastante absurdo, vago e intangible. No se puede medir, ni comprobar si se ha logrado, y por supuesto, tampoco es posible mantener ese estado en el tiempo. Se trata de un sentimiento, de una sensación, ¿cómo puedo saber “objetivamente” si realmente soy o estoy organizado?

Tendemos a confundir la causa con el efecto, buscamos solucionar el efecto (la desorganización) ignorando qué es realmente lo que está causando esa desorganización, y sobre todo quién (qué tal si lo buscas en tu espejo).

Si de verdad quieres organizarte debes ponerte una meta lo suficientemente grande como para marcar auténticas prioridades, esas piedras grandes que no vas a permitir que nadie mueva, que vas a defender de todos los ataques. Tal vez no estés tranquilo pero te aseguro que así, sí estarás organizado.

¿Qué sabes tú al respecto?, ¿estás bien organizado?, ¿a quién conoces que esté organizado?, ¿a cuántos conoces que desearían estar organizados? Deja tus comentarios aquí.

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Fermín Lorente

Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

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