Los Dioses sonríen a los mejores.
¿Conoces a Brianna Throssell?, ¿no?, ¿y a Madeline Groves?, ¿tampoco? Vuelvo a probar suerte, ¿conoces a Mireia Belmonte? Probablemente ahora hayas contestado que sí, es nuestra flamante medalla de oro olímpico en los recientes juegos de Río de Janeiro.
¿Sabes?, entre Brianna, Madeline, Mireia y las otras 5 nadadoras participantes en la final, no hay apenas diferencias, son las mejores del mundo, las más rápidas. Por eso fueron ellas las que participaron en la final de los 200 m mariposa femenino y no otras.
Pero la verdad, para ser sinceros, sí hay diferencia. Precisamente existe «una pequeña diferencia». Es tan pequeña como tan solo los 3 segundos y 2 centésimas que Mireia le sacó a Brianna que entró en el último lugar.
Pero en el caso de Madeline, también australiana y que entró en el segundo lugar, la diferencia fue de tan solo 3 centésimas de segundo.
¡Dios mío, 3 centésimas de segundo! Eso no es nada y, sin embargo, lo cambia todo.
Me he permitido hacer 4 números con los tiempos de las nadadoras. Y resulta que 3 centésimas de segundo respecto al tiempo que marcó Mireia Belmonte que fue de 2:04:85 representa una diferencia de un 0,024% Intenta captar lo que son 3 centésimas de segundo de tu tiempo. A mí me resulta imposible, lo mínimo que puedo contar son segundos, no me da tiempo a más.
Pero ¿sabes otra cosa?, dentro de unos años la gente recordará a Mireia Belmonte. Aquí y en el extranjero. Pero Brianna, Madeline y el resto, se perderán en la memoria del tiempo. Nadie recuerda a los segundos. Tan cruel como real. Si no has ganado, has perdido. Así es la vida. O así somos nosotros.
Las medallas de plata y de bronce consuelan, claro, son importantes, por supuesto. Para quienes las reciben y para su familia y amigos porque, realmente, sirven de bien poco.
Podríamos pensar que Mireia tuvo suerte, una buena salida, un buen día, o lo que quieras imaginar. Pero no fue así. Cuando estás en la élite, la suerte tiene muy poco margen. En la élite se compite por arañar décimas o centésimas de segundo, «para marcar esa pequeña diferencia» que te lleva al oro y a la gloria. Para que los Dioses del Olimpo te sonrían. Y con ellos, los medios de comunicación, las empresas de esponsorización, y el público en general, se pongan a tu disposición.
Si lees un poco sobre la vida de Mireia (busca en internet y encontrarás) comprobarás que la suerte tiene poco o nada que ver con su oro. Verás que lo que sí influye son los años de duro entrenamiento. Un entrenamiento de muchas horas durante casi todos (a veces todos) los días, durante todos los meses y durante muchos, muchos años. Ese es el precio que hay que pagar por marcar «esa pequeña diferencia».
Mejor dicho, ese es solo uno de los precios. Hay muchos más. Querer ser el mejor, o la mejor en algo, no solo implica disciplina en los entrenamientos (de hecho, disciplina y entrenamiento son la misma palabra, disciplinarse en una materia o entrenarse en la misma para mejorar, son la misma cosa) implica, además, renunciar a muchas cosas. Cosas como a tiempo personal, a salir con los amigos, a comer lo que te apetece, a estar en tu casa con tu familia (en lugar de viajando por el mundo de competición en competición) y algunas otras más renuncias personales de las que disfrutamos la gente común. También tuvo que cambiar de entrenador en varias ocasiones, buscando a aquellos cuyas técnicas le permitieran ganar esas centésimas.
La pregunta es ¿vale la pena?
Pues la respuesta está clara, para Mireia sí, para casi todo el resto de la humanidad no. Hay muy poca gente que esté dispuesta a pagar ese precio durante años. Pero lo cierto es que no conozco a nadie que haya triunfado en algo que haya dicho que no valía la pena.
Por cierto, «vale la pena» es una de mis frases favoritas. No hace mucho que he descubierto toda la profundidad que entraña. Fíjate bien, «vale» viene de valer, de valor, o de valioso. Y «pena» viene de penar, de sufrir. Yo lo veo como una balanza. En un plato pones el valor y en el otro el penar. Y la balanza se inclina hacia un lado o hacia el otro. Así de fácil. Los humanos llevamos y usamos esa balanza de forma permanente, aunque la usemos de forma inconsciente la mayoría de las veces. «No vale la pena» que es como decir: «no pienso pasar por eso, para el benéfico que me reporta, no lo vale».
Y, ¿sabes lo que tienen en común todos los deportistas de elite? (y muchísimas personas que han triunfado o llegado a la gloria).
Pues toma nota, aquí tienes la lista:
- Todos tienen un sueño (cada uno el suyo, claro).
- Todos creen en sí mismos y en su sueño, en que lo podrán alcanzar.
- Todos visualizan, se han visto a sí mismos lograr su sueño, tienen fe «porque ya lo han visto».
- Todos tienen un objetivo a largo plazo, un método que realmente funciona (record, medalla olímpica…).
- Todos tienen metas a corto y medio plazo (ganar una competición concreta, recortar unas décimas…).
- Todos llevan un sistema de medición. preciso y continuo (evolución de sus resultados).
- Todos tienen un plan (un plan de entrenamiento, de comidas, unas rutinas…).
- Todos tienen un entrenador personal, alguien que les rete constantemente y les lleve más allá de lo que llegarían ellos solos.
- Todos tienen buenos hábitos (de entrenamiento, de descanso, de comidas…).
- Todos comparten una serie de cualidades especiales que ha tenido que desarrollar (disciplina, esfuerzo, foco, concentración, perseverancia…).
- Todos son líderes, se lideran a sí mismos y a sus equipos y colaboradores.
Fíjate, acabo de definir la receta del éxito.
Éxito deportivo, o de cualquier cosa que quieras en la vida, te va a funcionar. Te la regalo, que te aproveche. La receta es gratis, hacer el camino no.
Si tú eres de los que quieren ir más allá, yo tengo las herramientas. Herramientas de liderazgo basadas en el desarrollo profesional y personal que llevan años funcionando y que han ayudado a muchísimas personas a mejorar sus resultados, sus empresas, y a disponer de mejor organización para tener tiempo libe para sus prioridades profesionales o personales. Para vivir una vida que valga la pena ser vivida.
Si necesitas un entrador personal, ese es mi oficio, hablamos cuando quieras y me cuentas a dónde quieres llegar.
¿Estás de acuerdo con el artículo?, ¿en desacuerdo? Puedes dejar tus comentarios y opiniones aquí abajo.