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Objetivo: la tierra prometida

¿Podría decirme cuál es el camino que debo seguir? – preguntó Alicia. –
Eso depende de dónde quieras ir – respondió el gato. –
Es que no sé a dónde quiero ir.
Entonces da igual el camino que escojas.
¡Ah! – dijo el gato – Ten la seguridad de que llegarás, sobre todo si caminas lo suficiente.

Lewis Carroll. Alicia en el País de las Maravillas

Este es quizás unos de los fragmentos más conocidos del cuento, ya que se ha publicado en multitud de ocasiones para ilustrar que si no sabemos bien a dónde nos dirigimos, cualquier camino sirve.

¿Sirve, para qué? Para caminar, por supuesto. Otra cosa es llegar a algún sitio o quedarse en el camino. O llegar destrozado y en pésimas condiciones después de haber divagado durante meses o años.

La biblia cuenta cómo el pueblo judío tardó 40 años en recorrer el camino hacia la tierra prometida. La mayoría de los que partieron, evidentemente no llegaron. La esperanza de vida por aquel entonces y las dificultades del viaje, no dieron como para llegar en condiciones de disfrutar dicha promesa. Está escrito que Moisés se quedó a las puertas.

Acabo de leer un libro que trata sobre metas, objetivos y de una serie de cualidades, herramientas y atributos sin los cuales es fácil perderse, fracasar y no alcanzar nuestra promesa, esa expectativa latente que todos llevamos dentro. Una de las cosas que más me ha sorprendido es que el autor afirma que la gente no sabe a dónde va, que «creen saberlo» pero que en realidad no es así. Afirma que el mejor mapa del mundo resultará inútil si no sabemos específicamente a dónde vamos. Enfatizo es-pe-ci-fi-ca-men-te, porque no valen vaguedades ambulantes como califica el escritor a las cosas ambiguas o genéricas.

Lo cierto es que durante años y debido a mi oficio, me he preocupado de investigar y averiguar qué mueve a la gente, cuáles son sus ilusiones, sueños y anhelos. Y puedo confirmar lo que dice el autor, pocos, poquísimos, tienen un objetivo específico en sus vidas y en sus empresas, pero realmente creen que lo tienen.

Cuando he hecho preguntas del tipo: ¿cuál es tu objetivo en la vida?, ¿qué esperas lograr en tu vida?, ¿cuáles son tus sueños?, la gente suele responder con dichas vaguedades del tipo: tener dinero, estar bien, tener salud o ser feliz.

La cuestión es que no son metas ni objetivos, porque no son específicos. La mayoría no ha definido ni cuánto dinero quiere concretamente, ni en qué fecha ha de conseguirlo. Tampoco ha definido qué significa «estar bien» o «tener salud», si se trata de operarse de la espalda, o de perder 20 kilos. Y en el caso de «ser feliz» está claro que no se sabe «cómo» se hace tal cosa. Y no creo yo que valgan respuestas del tipo «disfrutando cada instante» o «siendo tú mismo» o cualquier otra ambigüedad, porque a la gente común no nos funcionan esas recetas, no sabemos cómo cocinar esa tarta.

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Al parecer la cuestión para alcanzar tu éxito, tu expectativa, radica en los siguientes pasos:
  1. Saber exactamente dónde estás, ya sea en cuestión de economía, de salud, o de lo que sea que se trate.
  2. Saber concretamente a dónde vas. No vale desear “una casa en el campo”, debe estar descrita hasta el último detalle ¿dónde?, ¿de cuántas plantas?, ¿de qué color?…
  3. Tener un buen plan escrito y desarrollado hasta los mínimos detalles, con acciones y con fechas. Si no está escrito en tu agenda no sirve, no funciona.
  4. Trabajar diariamente en tu plan, ACTUAR. Las cosas no ocurrirán solas porque sí, hay que hacer que las cosas ocurran. Usa tu cabeza y tus dos manos.
  5. Realizar un seguimiento diario del cumplimiento del plan. Tal vez estés parado en medio del desierto, o tal te has desviado del rumbo y caminas en círculos.

Al parecer esta es la parte «fácil» aunque como ya he dicho es muy poca la gente que cumple con estos simples requisitos previos. La mayoría de las personas viven el día a día y no se preocupan por cómo o dónde estarán el próximo año. Ojo, no digo que no les preocupe, digo que no se preocupan, que no tienen planes de acción concretos, que es algo bien diferente. Como cita el autor, dentro de 5 o 10 años estaremos en alguna parte, la pregunta es ¿dónde?

Ahora viene la parte difícil de la cuestión, la menos evidente porque no está a la vista, esté en nuestro interior. Al parecer las personas no fijamos metas ni objetivos en nuestras vidas ni en nuestras empresas por diversas razones.

Estas son algunas de esas razones:
  • Miedo. Miedo a fijar algo en lo que podemos fracasar. Miedo a la crítica, al qué dirán, o a cómo me veré a mí mismo tras fracasar. “Si no fijo un objetivo, es imposible que fracase, así evito la frustración” El problema es que si no fijo un objetivo, es imposible alcanzarlo, claro que somos muy poco conscientes de esto.
  • Autoimagen pobre. Poca creencia en uno mismo y en las propias capacidades para persistir y llegar, para alcanzar y lograr. Esta suele ser la causa por la que la gente abandona a la primera (o a la segunda).
  • Malos hábitos. Hábitos poco productivos que te llenan la vida de urgencias de imprevistos, de prioridades que no son tuyas, que son de otros, y que no te dejan tiempo para tus cosas.
  • Creencias limitantes. Muy relacionadas con la imagen que tienes de ti mismo: «No tengo dinero», «Ahora no es el momento», «Esto no es para mí, otro sí pueden pero yo no»… todas ellas llevan a la parálisis y a la inacción, a resignarte, a seguir viviendo en tu inconfortable zona de confort.

Ya ves, está difícil esto de alcanzar sueños e ilusiones. ¡Difícil sí, pero no imposible!

Aquí tienes algunos pasos de acción que realmente te pueden ayudar:
  1. Fija un objetivo grande y a largo plazo. Debe ser grande porque los pequeños «no mueven las almas de las personas» y a largo plazo para mantener la vista en el horizonte, y no en el suelo.
  2. Fija Metas pequeñas, específicas y a corto plazo. Las personas necesitamos la retroalimentación del logro. Subir peldaños te da confianza en ti mismo y te lleva a creer que llegarás arriba, a continuar.
  3. Trabaja cada día en tus planes. Necesitas un buen plan y un buen planificador y acción. Nada sucede sin acción, sin ella todo queda en deseo e intención.
  4. Modifica tu actitud hacia ti mismo y hacia los demás. Esto implica un cambio importante, un cambio de hábitos, de actitud y de muchas de tus creencias limitantes.

Todos los pasos son importantes pero el aspecto más crítico de todos es el de la actitud, el cambio de actitud. Nadie discute que «La actitud lo es todo».

El pensamiento positivo está de moda en la actualidad y la literatura de autoayuda jamás ha sido tan extensa, pero son muy pocos los que han fijado su Norte y han entrado en acción, los que han disparado su flecha a las estrellas. ¿La razón? Nuestra actitud, miedos y creencias nos acompañan permanentemente en lo que hacemos y pensamos, al ser una parte del inconsciente, no son evidentes para nosotros mismos, no son tangibles. Y sin embargo se hacen muy reales y presentes. ¿Cómo entonces podemos nosotros, pobres inconscientes, cambiarnos a nosotros mismos?

¿Qué sabes al respecto? ¿Cuál es tu opinión de todo esto? ¿Conoces a alguien con metas y objetivos claros en su vida? Deja aquí tus comentarios.


Foto: Alicia en el país de las maravillas

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Fermín Lorente

Fermín Lorente

Experto en mejorar RESULTADOS EMPRESARIALES. Formador en organización empresarial y en liderazgo. Fundador de New Deal.

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